… a mi cartas de amor escritas en ordenador.
Eso escribieron los 091 en 1993. Y ha llovido mucho desde entonces. Más de lo que reflejan las estaciones metereológicas. Ahora ya no hay rosas que no sean de invernadero y a nadie se le ocurriría escribir una carta a mano.

Por eso, ya no es tan raro que las flores acaben en la papelera incluso antes de que llegue San Valentín. Es lo que tiene el amor envasado al vacío. No conviene dejarle que pase el tiempo porque tiende a caducar y se le ve la trampa. Regalemos rosas y celebremos el amor. El que sea.
Al menos hasta que el 15 de febrero tengamos que quitar los corazones de los escaparates y nos pongamos a anunciar la primavera aunque estemos a quince bajo cero. No dejemos que la realidad nos estropee un buen negocio.