
Otro año más, Estival Cuenca regresa a la capital, cada vez con el listón más alto. Edición tras edición consigue superarse, tanto con los artistas, como con la calidad de actividades y conciertos. Su director, Marco Antonio de la Ossa, estuvo con nosotros para desvelarnos los detalles de Estival Cuenca 2018, y pide que no llueva para que no vuelva a pasar lo mismo que el año pasado. Y es que el concierto de Rozalén en 2017 estuvo pasado por agua. Sembró las dudas entre la cancelación o el seguir adelante, y por supuesto, el cielo se abrió durante el tiempo en que la albaceteña estuvo sobre el escenario, aunque las últimas canciones las interpretó en el interior del Parador, algo que quedará grabado en la historia de Estival y también de Rozalén.
Lo que siempre sorprende de Estival es su variada programación. “Este programa lleva muchas puntadas, pero yo creo que es divertido poder confeccionar un programa así. Hemos intentado que sea lo más completo y diverso posible, y que atraiga al mayor número de personas”. Pero no viene caído del cielo: es resultado de mucho trabajo, esfuerzo e ilusión, y sobre todo, cariño. De la Ossa afirma que pasa “unas pocas” noches sin dormir, “sobretodo cuando se acerca el festival”.
Este año pasarán por los diferentes escenarios artistas de distinto calibre, como Nora Norman, Arcángel, Carmen París o Andrea Motis, y el cabeza de cartel, El Kanka. La diversidad que ofrece Estival supone un punto a favor para su triunfo, puede llegar más o menos, pero sin duda, si no llega, no es por variedad. Sin embargo, para su director “que no se realice un concierto, me duele más que quizá venga menos gente de la esperada; también nos molesta, es algo que siempre duele que no acabe de llegar, porque se hace con mucho cariño, y que no se pueda hacer da mucha rabia”.
En este festival también tienen cabida grupos conquenses, como The Teacher’s band, Le Petit Swing o Zas! Candil Folk, entre otros. “Una de las cosas más bonitas que tiene ser programador y gestor cultural es buscar gente. En Estival tenemos mucha fortuna, porque nos llegan muchas propuestas, pero hago caso a pocas. Me gusta más buscar y encontrar, ver quién puede caber mejor en cada espacio, en cada momento, en cada concierto. A mí me divierte muchísimo encontrar a gente, porque a mí me encanta la música, yo vivo de la música, no es nada que me cueste en demasía escuchar música si puede caer en mi festival”.
En 2018, se ofertan 51 actividades y repiten algunos artistas en los conciertos, como es el caso de Carmen París, que ya visitó el festival en 2016 acompañada de un piano. “A la gente que viene intentamos fidelizarla, siempre teniendo en cuenta nuestras posibilidades económicas, que son las que son y todo el mundo las conoce, y no pasa nada”.
Ya está todo preparado para los 14 conciertos que se van a desarrollar a lo largo del festival, sin dejar a un lado todas las actividades que se llevarán a cabo. “En el abono entran 14 conciertos. Luego también hay otras actividades gratuitas, las pedagógicas, los conciertos didácticos, que yo siempre los recomiendo, sobre todo este año el de soprano y arpa, Bebesol, va a ser fantástico. Es un dúo valenciano que trabaja la psicología del bebé y les dejan interactuar por el espacio, se acercan al arpa, a la soprano; es otro concepto de concierto muy bonito en el Teatro Auditorio. También ZasCandil es un grupo muy bueno que está creciendo mucho, además de ser muy buenas personas, que actúan el jueves antes de Carmen París, y el sábado por la mañana hacen también el proyecto didáctico para niños, padres y abuelos de todas las edades.”
Además, como cada año, se entregará el premio Manuel Margeliza, en honor al profesor y músico conquense. “Carmen París es nuestro premio Manuel Margeliza, después de Rozalén, Kiko Veneno,… para recordar siempre a Manuel, a ese maravilloso docente y músico conquense, que nos dejó a causa del cáncer. Todos los años queremos que una figura como Carmen, una gran intérprete, una gran compositora, que además destaca por sus valores, se lleve este premio y recordemos a Manolo con él.”
Estival no se conforma con poco, y su público tampoco. No se mira la fama, se mira la calidad, y Estival Cuenca de eso tiene un rato. “De lo que se trata es de salirse un poco de las músicas comerciales, de un lado y de otro. Yo también llamo comercial al pop indie, aunque no es alternativa. La autenticidad siempre es la lucha que se tiene. ¿qué es alternativo y qué no es alternativo en la época de la comunicación? Nosotros jugamos con otras músicas que quizá no tienen el espacio que deberían merecer en otros sitios. Que cada uno elija y si les interesa alguno de los conciertos o espacios que se acerque y lo vea”.
Otra de las peculiaridades de este festival es la variedad de escenarios que tiene en diversos lugares de la ciudad. El centro principal de conciertos es el Parador de Cuenca, pasando por el local “La huella de los elefantes”, el pub “Los Clásicos” y Casa Maty, que se estrena este año en Estival y tiene una capacidad de unos 40 ó 50 asistentes. “Hablo mucho con los hosteleros del Casco Antiguo y de la Plaza Mayor y me dicen que allí no hay nada. Así que este año vamos a comenzar con el Estival Plaza, sin batería, para que la gente disfrute de la propuesta musical y no haya ninguna queja de que hacemos demasiado ruido; todo lo contrario, que sea elegante para todo el mundo que va pasando, y que sea una especie de mini festival de Edimburgo. Que pueda haber 10 ó 12 conciertos en todo el elenco y que la gente se vaya acercando a donde quiera, esa es la idea. Este año empezamos con 3 conciertos, a ver qué tal.”
Se definen como “una asociación cultural sin ánimo de lucro” y que busca e intenta que “todo el mundo esté presente en Estival”. “Es complicado juntar a todas las instituciones. Intentamos tejer un poco, da igual de qué partido político sean, nosotros somos un festival blanco. La idea es complementarse entre todos y poder llevar a cabo cuantas más cosas mejor”.
Lo que queda bastante claro es que Estival Cuenca nació para quedarse en la capital conquense. Buscó un hueco en los veranos de la capital, lo encontró entre los callejones de las hoces del Huécar, a los que se asoman todos los artistas que pasan por allí desde el balcón del Parador. Da igual dónde, da igual cómo, lo que importa es que los conquenses y todo aquel que quiera sigamos disfrutando de la marea de música que nos ofrece Estival cada año. No importa quién, si el flamenco, el jazz o el soul; solo importa que las tardes estivales en Cuenca continúen por muchos años más acompañadas por compases, acordes y voces infinitas.
Texto y entrevista de Vanesa Moreno y José An. Montero