‘Malva e(n la) intimidad’ de la sala Princesa Zaida

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Las exposiciones colectivas son, como la vida, una caja de bombones en las que descubrir o recordar artistas. Pero las exposiciones colectivas, como las cajas de bombones, no son todas de la misma calidad, ni tienen la misma variedad de sabores. ‘Malva e intimidad’, la exposición colectiva que se puede ver hasta finales de agosto en la sala de Princesa Zaida de Cuenca es un buen menú degustación para conocer, recordar o ver la evolución de algunos de los artistas que orbitan en torno a la ciudad de Cuenca en esta tercera década del siglo veintiuno. 

En primer plano: ‘Lucía aquí está la higuera’ (2022) de Paula Maestro

La Sala Princesa Zaida del Museo de Cuenca se presta bien al juego de descubrimiento, con su suelo ajedrezado del País de las Maravillas y con sus recovecos, columnas y fondos semiocultos que permiten la sorpresa visual, incluso cuando ya estás de vuelta y piensas que ya lo viste todo. Mientras fuera discurre el mundo acalorado del centro urbano, la sala rezuma una frescura natural que invita a permanecer, a descubrir, incluso a jugar en ella. 

Ese juego de veladuras tan característica de la sala ha sido exprimido magníficamente por Lucía Serraller, comisaria de la exposición, que ha sabido mantener la sensación de descubrimiento hasta el final de la muestra. Pues eso es ‘Malva e Intimidad’, la posibilidad de acercarse al trabajo artístico de una veintena de creadoras y creadores “que desarrollan su labor en la provincia de Cuenca”, como dijo la coordinadora de Cultura, Yolanda Rozalén, durante la inauguración. 

Una amalgama de tendencias y de técnicas que, alrededor del concepto de paisajes íntimos, sirven para hacerse una buena idea de la producción artística de una ciudad que, con la Facultad de Bellas Artes, a la cabeza sigue siendo clave en la creación española contemporánea, aunque a veces se tenga la sensación de que la ciudad mira hacia otro lado. 

‘La Vasquita’ (2020), de Laura Cano (Detalle)

En ‘Malva e Intimidad’, por comenzar a citar, encontraremos desde el inquietante retrato clasicista de Laura Cano titulado ‘La Vasquita’ (2020), hasta las moscas bordadas con abalorios de Bonito Espanto que parecen dispuestas a devorar un mundo más que condenado a nuevas formas de vida. Alejados (o no) en lo conceptual, ambas obras habitan en lo figurativo. 

Veinte concepciones diversas en las que cada cual encontrará un detalle o una obra con la que quedarse, pues el nivel del trabajo expuesto es bastante interesante. Dentro de ello, cada uno mostrará sus filias y sus fobias personales. Personalmente, hay algunos trabajos que me gustaría subrayar, pero estoy completamente seguro que cada cual tendrá sus obras a destacar. En el arte, una vez apreciada la calidad, el resto ya es cuestión de gustos. 

En el centro 158.3 de Paula Espliego, con fotografías también de la misma autora.

Hipnotizante, por no usar de nuevo el adjetivo inquietante, la escultura floral que pende del techo de Paula Maestro titulada ‘Lucía aquí está la higuera’ (2022), que cambia se sentido dependiendo las obras con las que interactúe. Rodeada de diversos paisajes oscila entre el suicidio floral o la esperanza de que la primavera siga siendo primavera aunque las flores sean de plástico. 

Después me encontré a Coco Escribano, cada vez más irónica y más ácida, con la ilustración ‘Incendio’, más actual que nunca, en la que parece que no nos importa que el mundo arda si podemos mantener el aire acondicionado a niveles polares mientras seguimos construyendo ficciones de felicidad en las redes sociales. En una mirada lateral, al fondo seguía la escultura floral pendiendo del techo, mientras a la derecha un gran tronco amarillo de ganchillo sale de entre las baldosas, crece robusto por la sala y parece romper el techo buscando la luz. Una creación de Paula Espliego acompañada de una serie de fotografías del proceso de creación a la que ha puesto el título de ‘158.3’. 

‘No aliento, solo cuerpo: la poética de la dignidad’ de Ana Yedros

Desde el fondo me reclama ‘No aliento, solo cuerpo: la poética de la dignidad’, la instalación de Ana Yedros creada a partir de la colaboración de la artista con el gabinete de curiosidades del siglo XVIII de la Universidad de Coimbra. Un trabajo que descubrí unos días antes de la pandemia y del que escribí en su día “La vida como viaje, como dignidad, como fugacidad, pero siempre vida, combinando arte con creación natural, retornando a un punto previo a la separación artificial de los Museos de Ciencias Naturales de los de Arte. Seres que perdieron la vida en un lugar y en un momento determinado pasando a formar parte de un cementerio o de un museo, que en el fondo viene a ser lo mismo”. Una obra que desprende un aura poética que cala hasta el alma y que acabas convirtiendo en referencia. 

‘Me alegra ver mi ataúd vacío’, de Julián Pérez Notario

De regreso y antes de que el ataúd blanco de Julián Pérez Notario se convierta en un imán, tras la columna se esconde el ‘Nido/nudo’ de la comisaria Lucía Serraller y una enigmática caja negra de dibujos y objetos que lleva por título ‘Cartografía, un paseo’ firmada por Santiago Crespo. En el cristal de la vitrina sigue reflejándose el ataúd blanco de Julián Pérez Notario, escultura a la que titula ‘Me alegra ver mi ataúd vacío’, que acompaña con un pequeño texto donde dice entre otras cosas “antes de intentar suicidarme, aún quedaba algo de supuesta coherencia con lo que pensaba. Pero la idea de quitarme la vida ya estaba ahí cada vez menos remota,..”. Aparto la mirada y vuelve a aparecer como al principio la escultura ‘Lucía aquí está la higuera’. Ahora cobra un nuevo sentido el cuerpo suspendido del techo y rodeado de flores de plástico. 

Cuando parece terminado el recorrido, el montón de piedras sobre arena de la entrada se ha transformado y cobra forma, desde esta nueva perspectiva la intervención escultórica de Youssef Taki titulada ‘Fragmentos’ (2020) se reconfigura en un cuerpo yacente en piedra, evocando los vaciados de Pompeya. Lo que era una exposición sobre “el cuerpo y los paisajes íntimos” cobró nuevas lecturas. 

‘No aliento, solo cuerpo: la poética de la dignidad’ de Ana Yedros

Las exposiciones colectivas son como una caja de bombones, o mejor, como un libro al que se le ha soltado la encuadernación que recogemos apresuradamente del suelo cambiando el orden de las páginas y en la que la comisaria, el orden de la visita, el calor exterior o simplemente el mensaje de WhatsApp que te llega durante esos minutos transforma la historia en una nueva historia. 

Si tienen un rato, pasen a descubrir la suya hasta el 30 de agosto en la sala Princesa Zaida de Cuenca. Aquí está narrada sólo una de estas visitas posibles y como no quiero dejarme a nadie en el tintero pues la curiosidad fue el único criterio de selección esta crónica, los artistas participantes son Laura Cano, Belén Carretero, Santiago Crespo, Ana Cobuleanu, Javier Córdoba, Verónica Duque, Ana de los Yedros, Coco Escribano, Alex Eiffel, Paula Espliego, Rosa Garcia, Celia Guillén, Francisco Holgado, Natalia López de la Oliva, Paula Maestro, Marina Martín, Julián Pérez Notario, David Plaza, Ana Romero, Jorge Rolania y Youssef Taki.

Texto de José An. Montero y fotografías de María Ramos para La Circular.

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