Un pueblo habitado por gatos negros…

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Estuve recorriendo unos pueblos de esos que algunos llaman «puebluchos», buscando la ambientación necesaria para un trabajo periodístico de encargo. Tras un buen rato recorriendo carreteras perdidas por una zona sin cobertura, llegué al pueblo en cuestión.
Allí me esperaban muchas casas cerradas, algún anciano sentado en un banco de la plaza, un edificio monumental con las ventanas llenas de rejas y alambre de espino, una iglesia con mucha historia y pocas ventanas, y sobre todo, muchos gatos negros y una sensación que las historias pasadas seguían en cierta forma estando presentes en sus miradas felinas.
El nombre del pueblo, es demasiado conocido como para que haga falta dar más pistas…
Seguimos en el camino.

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