
En Cañada del Hoyo hay doscientos habitantes, siete lagunas de siete colores muy diferentes y una estación en la que el tren dejó de parar hace mucho tiempo, una edificación de principios del siglo XX diseñada por Secundino Zuazo. En 2017, Néstor Prieto y Francisco Brives, alquilan esta antigua estación con la idea de crear una residencia artística en el medio rural. Su primer proyecto de “acercamiento a lo rural”, pues ya gestionan el Museo La Neomudéjar, en la estación de Atocha, y el Museo de Zapadores, en Fuencarral. De la generación de redes entre lo urbano, lo rural y las periferias nace la Red de Centros Art House Spain que ambos coordinan. “Tenemos unas líneas de trabajo muy claras relacionadas con la sostenibilidad, los ecofeminismo o las nuevas ruralidades, pero no focalizamos en disciplinas concretas, sino que abarcamos todo tipo de disciplinas”.
Lo primero que comprobaron fue la complejidad del proyecto, como por ejemplo que “la antigua estación no tenía instalación eléctrica y tuvimos que hacer un soterramiento de un kilómetro que tuvo que contar con los permisos de la Confederación Hidrográfica del Tajo”, nos cuenta Néstor en Tragacete, donde participó en el Curso sobre ‘Innovación Cultural frente al Reto Demográfico’ organizado por la Universidad de Castilla-La Mancha y la Fundación Los Maestros.
En cuanto a su relación con la gente del pueblo, “tratamos de afianzarnos como vecinas y vecinos del pueblo, porque ni Fran, ni yo, ni tampoco María (Robelig María Gray), que es la persona responsable de este espacio somos conquenses, pero sí que hemos conseguido que el diálogo con el pueblo sea muy fluido. Al habernos instalado en la antigua Estación, de alguna manera es un espacio que ya pertenecía al pueblo, con lo que no se ha producido la sensación de que entran en un espacio doméstico ajeno. Afortunadamente, esa distinción está completamente difuminada y la gente viene incluso cuando no hay programación para charlar o para conocer a los artistas que vienen a hacer resdiencias”, continúa Néstor, “nos parece muy interesante la convivencialidad de las artistas en el espacio y en el entorno rural, y que las personas que vienen a hacer residencias en el espacio se encuentean con un territorio y una forma de vivir que posiblemente sea desconocida para mucha gente viene de las zonas urbanas.”

“Estamos en una localidad donde sólo hay una panadería donde se pueden comprar huevos, pan y leche, poco más. Para la carne, el pescado, la verdura o los productos de droguería hay que comprarlos a los vendedores ambulantes que vienen al pueblo. Venimos a escuchar y aprender de una forma de vida con un ritmo distinto al urbano, por eso no queremos hacer talleres específicos para artistas, sino talleres que involucren a la comunidad. En una de las últimas “Caminamos juntas (volver a vernos”, Rossella Matamoros planteó un trabajo sobre la mujer rural, Marta Lázaro, en “Grandmas” que indaga indaga en esos oficios casi perdidos que se ocupan de los cuidados colectivos y que han recaído sobre nuestras abuelas, o María Gray que estuvo recolectando materiales de las ancestras de las familias de Cañada del Hoyo con el que creó ‘El portal de las Ancestras’, que originariamente se instaló en la residencia, pero que a petición del pueblo, se ha instalado en el Parque Viejo”.
Kárstica está ubicada aproximadamente a un kilómetro del pueblo, “para nosotros tener esa cercanía, pero al mismo tiempo ese aislamiento que se busca en una residencia es fantático, aunque cuando hacemos talleres que involucran a la población local utilizamos el centro cultural”.
“Se aprovecharon los daños causados por el temporal Filomena para que el tren dejara de pasar por Cañada del Hoyo, hasta ha cerrado definitivamente la línea Cuenca-Utiel. Eliminar esta vía de comunicación ha sido un hándicap muy grande para el proyecto y un agravio para el pueblo”, explica Néstor. “En todos nuestros proyectos tenemos una vía de tren en la puerta. La Neomudejar está en Atocha, en un espacio ferroviario de dos mil metros cuadrados del siglo XIX y el Museo de Zapadores es un espacio gigantesco de veintitrés mil metros cuadrados de lo que fue el antiguo Cuartel General de Ferrocarriles y Zapadores Ferroviarios en el barrio de Fuencarral. Son espacios interconectados, incluso cuando es posible, además de mostrar los resultados en el propio entorno, se muestran también en Madrid”.
En Cañada del Hoyo, “hemos descubierto otra forma de relacionarnos. En el medio rural se tiene más necesidad de entender y convivir con otras personas que hacen cosas completamente distintas. Teníamos muy claro que queríamos hacer este acercamiento a lo rural, a las zonas que están viviendo procesos de despoblación pero que son muy ricas en saberes con los que poder interactuar y formar parte de ello. Cerca de la Estacion hay una fábrica de mimbres, casi todas y todos los residentes acaban allí y nutren a los proyectos de materiales”.
Este artículo de José An. Montero se publicó simultáneamente en La Circular y en Ojos del Júcar