
Cuarenta años dando vueltas por los pueblos de Castilla y más allá. En algunos, más de veinte años formando parte de sus fiestas y de su memoria. Mayalde forma parte de los recuerdos de veraneo y de ambiente de fiesta en la plaza, de reencuentro con los orígenes y de ritmos que llevamos dentro.
Ayer fue Cabezón del Pisuerga, antes de ayer Paredes de Nava, antes fueron Campo de Peñaranda, Laredo, Junciana o Somo. Cada noche una plaza, cada día un pueblo, como esos titiriteros, comediantes y trotamundos, por citar el nombre del festival de Paredes de Nava, que recorrían estas tierras desde antiguo, regándolas de música, de noticias y de cultura. No quedan muchos ya los que se saben los caminos, casi todos vienen de las capitales y de las televisiones, pero la furgoneta de Mayalde, como carromato antiguo y sabio, ya se sabe los caminos y las lunas, los bares donde dan comida caliente hasta las tantas, donde para la buena gente y donde es mejor pasar de largo.

Cada verano hay que trazar las líneas de la ruta para coincidir en algún punto con ellos, como un ritual, como un encuentro contigo mismo y con los tuyos. Este verano era necesario más que nunca recuperar esa normalidad ancestral de cruzarse en el camino, de hacer parada y fonda, de sentarse a escuchar, a cantar y bailar. En esta ocasión, los caminos se cruzaron en Paredes de Nava que celebra la segunda edición de su Encuentro de Titiriteros, Comediantes y Trotamundos, organizado por el grupo de teatro Aldagón y por la Casa de los Títeres, ese mágico lugar creado por Miguel Ángel Ordóñez, al que conocimos en la compañía Cristóforo Colombo, que un día decidió echar raíces en esta Tierra de Campos.

La Iglesia de San Juan es la sede de este festival, una iglesia que perdió el techo al mismo tiempo que tantas cosas perdieron la raíces y donde siempre sopla el viento frío, como si a alguien se le hubiera olvidado cerrar eternamente la puerta del invierno. Un cuidado escenario entre los arcos de una de las naves y el vino de una viña sola del padre de Luisja fueron los anfitriones. Viento y frío contrarrestado con mantas y chascarrillos de Eusebio. Con los años, se acerca cada vez más a ese chamán que aulla a los lobos y que tan bien retrata Gabriel Velázquez en su documental ‘Zaniki’. Sobre el escenario Mayalde y unos cuantos más ausentes que vinieron, cual espíritus generosos, a regar los recuerdos de los presentes.
Lo de Mayalde es más que un concierto, es una reunión de la tribu, una oportunidad de reconciliarse con quiénes somos, es “territorio Casaldáliga”, pintura de guerra mesetaria, alboroque y pasodoble. Reivindicación de la escuela rural y de la escuela sin escuela que son los abuelos, de los saberes que olvidamos y que necesitamos, de ese hilo que recorre la historia de la humanidad desde tiempos inmemoriales. Sartenes, embudos, azadones, mesas panaderas, acordeones con nombre y buena gente que trae la vida. Reunión de la tribu. Ejercicio de supervivencia. Mayalde. Seguimos en el camino.
Mayalde actuaron el 28 de agosto de 2021 en la Iglesia de San Juan de Paredes de Nava, dentro del II Encuentro de Titiriteros, Comediantes y Trotamundos organizado por el Grupo de Teatro Aldagón y la Casa de los Títeres.

Texto de José An. Montero y fotos de María Ramos.