Las que limpian un mundo de mierda

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La compañía A Panadaria presentaron su montaje ‘Las que limpian’ en la XXV Feria de Teatro de Castilla y León de Ciudad Rodrigo. 

Mucho parece haber llovido en España desde 2018. Aquel año, la joven compañía de teatro A Panadaria presentaban en este mismo Patio de los Sitios su montaje Elisa y Marcela, que narraba la historia de dos mujeres que se casaron por la iglesia en 1901 en San Jorge, La Coruña. Unos meses después, Isabel Coixet, estrenó una película bajo el mismo título. 

Aquel mismo año, concretamente el 22 de abril, Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias y Albert Rivera, representantes de las cuatro principales formaciones políticas del momento, cómo ha cambiado el cuento en tan poco tiempo, preparaban en sus atriles las últimas notas para el primer gran debate electoral en RTVE. En ese mismo plano, aparecían también dos mujeres que sacaban brillo al suelo del decorado. 

Las Kellys de Benidorm hablaron en Twitter entonces del “suelo pegajoso” (sticky floor), para intentar explicar la realidad laboral de gran parte de la mano de obra femenina. Citando a Torns y Rubio decían: “Son las mujeres quienes protagonizan el tiempo parcial y la temporalidad y la suelen concentrarse en sectores de actividad y ocupaciones vinculadas a través de limpieza y cuidados y atenciones personales. Empleos donde se dan las peores condiciones laborales y los más bajos salarios y en los que el te cho de cristal no suele constituir dificultad alguna”. En este tema no parece haber llovido tanto. 

A Panadaria regresaron este 2022 a la XXV Feria de Teatro de Castilla y León en Ciudad Rodrigo para presentar ‘Las que limpian’, un montaje creado y dirigido por las propias Areta Bolado, Noelia Castro y Ailén Kendelman, con el apoyo del Centro Dramático Nacional en la coproducción. Aunque en esta ocasión, han sido las directoras del montaje, han contado con el apoyo dramatúrgico de la escritora y narradora Paula Carballeira, visible seguramente en muchas de las interacciones con el público.

Ailén, Areta y Noelia presentan un montaje delirante y tremendamente divertido, consiguiendo que se dirigen directamente al público, que interactúe y tome partido de manera natural. Dramaturgia efectiva.plagada de gags visuales y textuales, juego de personajes y pelucas alocado, diálogos sarcásticos e interpelaciones directas al público son las armas de A Panadaria para conseguir que los ochenta minutos de función sean un breve torbellino. 

Teatro social necesario, apegado a los problemas reales de mundo en el que habita, comprometido y que se moja más allá de lo políticamente correcto, funciones que denuncian lo que ocurre alrededor, visibilizando, poniendo el dedo en la llaga, pero siendo al mismo tiempo divertidos, irónicos y corrosivos. Habrá quien prefiera que en las tablas se hable solo del honor medieval, pero el teatro debe seguir apegado al mundo y denunciando que “hay quien nunca ha limpiado un váter, pero hay quien limpia quinientos al mes por un sueldo de mierda”. 

‘Las que limpian’ puede interpretarse seguramente como panfletaria, sin que se  entienda como peyorativo. No se esconden y toman partido claro, caricaturizando con trazo grueso las connivencias del poder político y económico, al estilo de la sátira política clásica, sacudiendo sin piedad y poniendo sobre el escenario todas las miserias del flamante sistema turístico español, donde las “camareras de piso” cobran menos de tres euros por habitación. 

“A la gente le importa más un pelo en la bañera que nuestros derechos”, pues desde los clientes que “dejan los condones debajo de los teléfonos de la habitación” sin pensar que alguien debe recogerlo, hasta los dueños de hoteles, cada vez más concentrados en grandes corporaciones, que tratan de aumentar sus beneficios, pasando por el poder político, las mutuas, los sindicatos tradicionales, las subcontratas o el miedo a perder el empleo, tienen su lugar en este montaje. 

Teatro apegado a la realidad, cargado de tintes políticos, que no partidistas, pues las gallegas no dejan títere con cabeza, que serviría de bien poco si el público no se sintiera identificado, riera a carcajada limpia durante el espectáculo y si no saliera del espectáculo identificado con la causa. 

Para finalizar, homenaje de Noelia Castro a su madre, limpiadora en casas ajenas y en la propia, y función dedica a Montse, que fue la que hizo posible que el público pudiera estar esa noche en el Patio de los Sitios de Ciudad Rodrigo sentado en un espacio limpio de la mierda que dejó el día anterior. Sea.

Texto de José An. Montero y fotos de María Ramos para La Circular

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