El cantautor madrileño celebró sus veinticinco años de carrera en el Teatro Romano de Segóbriga dentro del programa Actuamos en Patrimonio de la Diputación Provincial de Cuenca.

Con las últimas luces del día cuando Ismael Serrano inició su concierto con los versos “No soy el cantautor / Que vino a ordenarte la vida / Ni el guapo de la real que aman / Las bailarinas”, de ‘No soy’, perteneciente a su último trabajo ‘Seremos’ (2021). No fue un mal comienzo. El atardecer de finales de verano sobre las primeras llanuras de la Mancha conquense de fondo vistas desde el Teatro Romano de Segóbriga e Ismael Serrano sobre el mismo escenario inaugurado en tiempos de Tito y Vespasiano. “Sitios más bonitos que hemos tocado en nuestra carrera. Esperamos estar a la altura”, fueron las primeras palabras del cantautor madrileño.
Americana sobre camisa de Star Wars y zapatillas blancas. Veinticinco años dan para hacerse serio, pero no para olvidarse del niño que se esconde bajo la americana, Ismael Serrano se presenta en esta gira de veinticinco aniversario más cuerpo a cuerpo que nunca. En esta ocasión, en formato trío, acompañado únicamente por el violonchelo de Irene Rouco y los teclados de Jacob Sureda, sobre un escenario prácticamente desnudo, en el que ni siquiera hay un pie de micro donde esconderse. En muchas fases del concierto, Ismael deja reposar su guitarra en el centro del escenario y cantando con un micro de diadema, sus manos caídas delatan al niño tímido que se esconde bajo la americana.

“Porque fuimos, seremos / A pesar de los años / Buscaré en la noche la estela / Que tu estrella ha dejado”, de ‘Porque fuimos’ también de su último trabajo, cantaba Ismael mientras se hacía noche intensa. Cantautor sin guitarra ni micrófono donde esconderse, la luna creciente se asomó sobre las gradas del Teatro Romano, pero sólo la podía ver Ismael Serrano, “Yo veo la luna. Ustedes no. Les queda muy bien”, dijo en algún momento del concierto.
Aunque las canciones de su disco ‘Seremos’ (2021) formaron la sólida base del concierto presentado en Segóbriga, en esta gira el cantautor arma una estructura narrativa en la que se pregunta sobre el sentido de escribir canciones, de la tristeza, del tiempo que fluye o sobre la propia existencia de reconocerse cantautor. Sobre las intervenciones, casi pequeños monólogos, van encajando las canciones formando un todo de veinticinco años de trayectoria, en el que hay tiempo no sólo para los temas más recientes, sino también para que sus temas más conocidos vayan encajando en la narración. “Escribimos canciones porque no sabemos gestionar nuestra soledad. Y, sobre todo, para no perder la esperanza”, dijo antes de cantar ‘Vértigo’, donde escribió “Seremos otros, seremos más viejos / Y cuando por fin me observe en tu espejo / Espero al menos que me reconozca / Me recuerde al que soy ahora”.

Ese lugar de encuentro que es cada canción, fue convirtiéndose en historia propia, en la que hubo lugar también para recordar al añorado Luis Eduardo Aute. “Lo echo terriblemente de menos”, dijo antes de comenzar una emocionada y terrible versión de “Al Alba”, que arrancó con un profundo suspiro que resumía siglos de tragedias humanas que no son pasado, que siempre están al acecho. No fue la única referencia a Aute, pues Ismael Serrano interpretó alguna otra pieza suya que venía al caso de la narración, así como una versión del mítico tema de Ariel Ramírez y Félix Cesar Luna, que en su voz y en este lugar, sonó especialmente viva.
Tampoco faltaron sus canciones más conocidas como ‘Vine del Norte’, en la que no quiso olvidar el decisivo momento que vivía esa noche el pueblo chileno con la votación de su nueva Constitución, finalmente rechazada en plebiscito, la melancólica ‘Recuerdo’ y, por supuesto, ‘Papá cuéntame otra vez’, con emocionante introducción sobre el paso del tiempo, reflexión generacional y recuerdo para los que ahora mismo siguen muriendo en Gaza, “Ellos tenían un relato y ahora que la canto desde otro lugar, me pregunto si tenemos un relato que contar”.

En las gradas del Teatro Romano de Segóbriga, entre las más de mil personas que se reunieron para completar el aforo, abundaron los abrazos, las lágrimas y la nostalgia de amores pasados y presentes, como si toda la energía de los dos mil años en las que el ser humano no ha perdido la esperanza, necesaria para que las cosas tengan sentido. Pues como dijo Ismael Serrano para finalizar su concierto de casi dos horas “Si se sienten solos, recuerden aquella noche de verano en Segóbriga en la que cantamos canciones tristes y fuimos felices. Entonces, todo tendrá algo más de sentido”. Todo tuvo más sentido.
Texto de José An. Montero y fotos de María Ramos para La Circular.