
Úrsula Segarra y Quiteria Muñoz se encontraron en el camino para cambiar las tuercas de la música clásica. Cogieron el arpa de la primera y la voz de la segunda y se adentraron en el mundo de la primera infancia. Ambas cuentan con un currículum profesional de élite, galardonadas en concursos internacionales, pero el mundo de los grandes teatros puede llegar a ser muy frío. Son las intérpretes del espectáculo Bebesol, que pasó por Cuenca el día 30 de junio como parte de la programación de Estival Cuenca 2018.
No es una actuación cualquiera. En Bebesol el público, cuya edad oscila entre los 0 a los 16 meses, interactúa con las artistas. “Es un espectáculo muy especial. Nos dimos cuenta de que para este público tan pequeño no había nada; sobretodo, no había nada para aquellos padres que querían hacer actividades con sus hijos. Los bebés no son aceptados en casi ningún sitio, porque ‘molestan’. Entonces, le dimos la vuelta a la tortilla y hemos hecho un espectáculo donde, si alguien molesta, son los padres”. La receta de cómo hacer callar a los bebés y entretenerlos solo la tienen Quiteria y Úrsula. “Es sorprendente ver que 45 bebés totalmente en silencio, cada uno en su mundo, jugando, escuchando; creamos un ambiente para ellos, poco iluminado, con muchos elementos para que tengan muchos estímulos (auditivos, visuales,…) y con el apego de la gente que les acompaña”.
Para poder lograr captar la atención de los niños, es necesario conocer el funcionamiento de la mente de los pequeños y saber tratar con ellos. “Trabajamos mucho con una psicóloga infantil, que nos ha estado guiando, y luego también la experiencia; Úrsula tiene un niño y nos dimos cuenta de que el sonido del arpa es hipnótico para los niños. El primer día estábamos un poco asustadas porque venían 45 bebés en una misma sala y dependía de nosotras. Y funcionó”. El tiempo es clave para un espectáculo: “Es un microconcierto, dura 30 minutos, porque es que si dura 35, ya no funciona, porque es el momento donde van desconectando. Hay veces que llegan despiertos, duermen, despiertan, entonces crean un ambiente muy estable, muy relajado, y sobre todo muy relajado para sus madres, padres y abuelos”.
Úrsula y Quiteria no solo se centran en Bebesol, sino que también tienen otros espectáculos, como es el caso de Periquín, “que es para niños de infantil, que va de 2 a 6 años. Dependiendo del espectáculo, estamos nosotras solas o añadimos a alguien más. En Periquín, por ejemplo, nos hemos aliado con danza”. Además, no contentas con todo lo que hacen encima del escenario, tienen también un disco de música del período de entreguerras francesa. “Era una música que nos gustaba a las dos y vimos que no se hacía tanto. Nos pusimos a estudiar qué podíamos hacer, qué se puede adaptar en el arpa… la verdad es que ha tenido muy buena aceptación.”
A pesar de ser un estilo de música poco usual y más elitista, el público se ha ido interesando por el origen de estas melodías. “La gente nos dice: pero esta música, ¿de cuándo es? Hay alguna que podría ser actual, porque el formato de la canción es corto, como el de ahora. También queríamos huir un poco del auditorio , del concierto formal; queríamos volver a la esencia, que era música pequeña hecha en locales pequeños para público cercano”.
No les importa dónde actuar, sino que lo que hagan llegue a la gente, que descubran nuevos tipos de música, nuevas melodías que hagan disfrutar de lo clásico. “Hemos actuado en bares, en la calle,… la gente, cuando tú le dices que eres soprano y arpista, piensa que es un rollo de primeras. Mucha gente joven ni siquiera se acerca. Nosotras hemos dado la vuelta a esto y hemos salido para que lo conozcan. Es impresionante la cantidad de público que nos sigue que a priori, no nos hubiera consumido”.
Lejos de lo convencional en el mundo de la música clásica, Úrsula Segarra y Quiteria Muñoz se han reinventado y han dado un toque personal a este estilo. “La gente del clásico se escuda en su instrumento, y eso es lo que se enseña en los conservatorios. Nosotras nos hemos puesto en manos de gente que sabe, de bailarines, de directores de escena que nos han aconsejado y ayudado con la puesta en escena, luces, vestuario,… Nos dimos cuenta de que el auditorio es muy frío. Uno de nuestros objetivos era acercar físicamente al espectador. Cuando lo prueban es una emoción.”
Las dos compaginan su carrera en solitario con los proyectos que tienen en común. “Nos conocimos en un momento dado en el que las dos teníamos nuestras carreras en solitario, pero vimos la oportunidad de hacer algo guay, que fuera por el camino de en medio, y probar otras cosas, con bailarines, en teatros, cafés, en la calle,…”. Y así fue. Tomaron el repertorio que les gustaba, adaptaron las partituras e incluso algunos colegas les compusieron obras que han interpretado de forma inédita en sus espectáculos. Una alternativa para escuchar música clásica y disfrutar de la voz y el arpa, además dedicado a bebés. Todos los ingredientes de Bebesol componen una mezcla perfecta, que recién sacada de la coctelera desprende sorpresa y emoción en aquellos que lo prueban.