Luis Antonio Pedraza en La Huella de Los Elefantes

El pasado viernes 18 de enero, La Huella de los Elefantes acogió el concierto de música folk que protagonizaba Luis Antonio Pedraza. Tuvimos la suerte de hablar con él antes de que comenzara y pudimos entrevistarle. A medida que respondía a mis preguntas, pude comprender mejor qué es lo que impulsa a una persona a dedicar su talento a la música folclórica. Por otro lado, también nos habló de la labor de Kepa Junquera y su trabajo con Pedraza en el disco.

El local estaba repleto de personas deseando escuchar su música y, a la hora acordada, Pedraza subió al escenario y comenzó a tocar el tamboril captando, así, la atención de todos los allí presentes.

Durante el concierto nos estuvo explicando que quería que su nuevo disco contase una historia de vida en lugar de ser etnográfico.

Antes de cada canción, explicó al público algunos de los instrumentos que tocaba. Las primeras canciones las interpretó con el tamboril y la flauta de tres agujeros; después, nos mostró la cacha, que consiste en una garrota de pastor con una lata y una placa metálica; los cencerros también protagonizaron alguna de las canciones. Nos explicó que el cuerpo de la flauta de hueso está compuesto de un hueso de ala de águila autóctona que solo se encuentra en el Parque Natural de los Arribes de Duero y la cabeza es un cuerno de toro tallado. Es desmontable y fácil de transportar para cuando el pastor salía con los animales. En el momento que cogió el chicotén (también conocido como salterio o tambor de cuerdas) se bajó del escenario y se mezcló con el público para que pudiéramos disfrutar más de cerca el espectacular sonido que producía el instrumento. En la antigüedad, se utilizaba en las ceremonias litúrgicas como sustituto del tamboril porque este era demasiado ruidoso para ser tocado en una iglesia. Las cuerdas del chicotén son metálicas, pero originalmente, se usaban cuerdas de tripas de animales. Otro de los instrumentos de los que pudimos disfrutar durante el concierto fue la pandereta, tocada de una manera bastante particular.

A pesar de que el local era pequeño y estaba lleno, cuando Pedraza interpretaba alguna jota o vals, se abría un hueco entre el público y las personas bailaban al son de la música. También, la gente se animaba a cantar las canciones más conocidas que interpretaba, como el pasodoble de María la Portuguesa.

El concierto duró hora y media, pero en ese tiempo, la mayoría de los allí presentes pudimos experimentar esa pequeña conexión entre la música y la historia que contaba de una manera única y especial.

Entrevista de Aurora Timón e Inés Villodre. Fotografía de Alex Basha

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