¿Cómo sería el Lazarillo de Tormes en el siglo XXI?

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La obra El Lazarillo de Tormes, representada por la compañía 300 Pistolas, ha ganado el VIII Certamen de Almagro Off, una versión adaptada por Esteban Jiménez y dirigida por Álvaro Morte.

Carlos José Reyes, presidente del jurado, explica que ha sido una experiencia notable, más por tener dos jueces que no hablan “ni una sílaba de castellano”. Añade que la decisión contó con el apoyo de la gran mayoría de los jueces por conseguir mezclar el Siglo de Oro con un barrio popular y contemporáneo a través de elementos simples e imaginativos.

El Lazarillo de Tormes era un libro mal visto por la crítica y la injusticia que relataba. En la obra, los cuatro pícaros descubren el libro y viajan por la historia de Lázaro, aunque de una forma original, con referencias contemporáneas y un humor que no deja insatisfecho a nadie. Además, la increíble representación de los actores, el lenguaje, los juegos de luces y de sombras hacen que sea única.

Entrevista Álvaro Morte y Esteban Jiménez

– ¿Cómo decidisteis participar en el certamen de Almagro Off?

Álvaro Morte – Nosotros estuvimos aquí en el 2011 con una propuesta, la primera con la que arrancábamos 300 pistolas, que fue una adaptación del El perro del Hortelano. Por aquel entonces, la dramaturgia era mía y me lie la manta a la cabeza para montar la compañía y presentarnos. De hecho, debo decir que cuando montamos ese espectáculo, en los ensayos, Esteban es experto en el Siglo de Oro y me decía: “Álvaro, ¿en serio vamos esto así, de esta manera? Yo respondía que sí, bajo mi responsabilidad sí. Luego funcionó, nos llevamos una mención especial y siempre nos hemos encontrado muy a gusto por los buenos recuerdos de aquel tiempo. Después montamos Tres Sombreros de copa, La casa de Bernarda Alba y ahora que habíamos montado una obra que sí podía tener cabida en el festival, estábamos deseando presentarla.

– ¿Y cómo os sentís al haber ganado?

Álvaro Morte – A mí me gustaría que respondiera Esteban porque es el autor de este texto tan brutal que a cada capítulo que me llegaba, yo alucinaba más.

Esteban Jiménez – Es prácticamente un sueño, en nuestro caso que hemos pasado por una escuela de arte dramático, empiezas muy joven y siempre tienes referentes de antiguos alumnos, o profesores, y todos hablan maravillas del festival de Almagro.

Álvaro Morte – Y, además, en la escuela es cuando de repente descubres los clásicos y empiezas a amarlos, por lo que la referencia del Siglo de Oro es Almagro, sobre ningún otro festival.

Esteban Jiménez – En el 2011 ya fue un sueño actuar el Almagro, era algo que no me creía, era como estar en éxtasis. Cuando Álvaro me llamó y me dijo que si quería hacer la adaptación del texto, le dije que estaba loco, pero confié y adelante. Me lo he pasado muy bien escribiendo la adaptación del texto y ellos incluso más a la hora de trabajarlo y modificarlo durante meses.

Álvaro Morte – Nos hemos juntado dos locos, uno escribiendo y otro dirigiendo, entonces esta mezcla es muy peligrosa. Es verdad que hacemos muy buen equipo, nos conocemos desde hace muchísimo, además que escribe como los ángeles.

Esteban Jiménez – Tenemos los mismos referentes, el mismo tipo de humor, entonces era muy fácil, cuando le mandaba un texto y él me llamaba, antes de nada, yo ya sabía lo que me iba a decir. Por lo que doble sueño conseguido, tanto por la adaptación como por actuar con tus amigos.

¿Cómo habéis afrontado adaptar un texto como el del Lazarillo y convertirlo en algo novedoso y contemporáneo?

Esteban Jiménez – Da igual cuántas veces leas el lazarillo o cuántas vueltas le des, el momento en el que todo despega fue cuando Álvaro y yo nos pudimos reunir en persona para hacer la estructura e ideas básicas que él tenía en mente para crear el espectáculo. Eso es la gran guía, a partir de ahí, no es que sea fácil, pero sí facilita el trabajo porque adecúas cada cosa que vas escribiendo en base a eso. Son como círculos que se van cerrando, Álvaro los va componiendo y los va pintando, yo solo le doy el boceto.

Álvaro Morte – Hay una cosa importante, en mi opinión, el Lazarillo es absolutamente contemporáneo, habla de la desigualdad, de las clases sociales, del proxenetismo, del poder desacerbado de la Iglesia, de la corrupción, de una rabiosísima actualidad. A excepción del lenguaje, es contemporáneo, eso nos ha permitido generar unos puentes de conexión entre el siglo XVI y el siglo XXI. Hemos intentado, trasladar toda esa contemporaneidad que tiene El Lazarillo a la contemporaneidad actual.

Esteban Jiménez – Claro, hay una fina línea que no queríamos cruzar: caer en la denuncia por la denuncia, es decir, los temas que se tratan son graves y serios, pero no queríamos perder esa picaresca.

Álvaro Morte – Si el lazarillo es la quinta esencia de la picaresca, vamos a ser pícaros en el montaje. El lazarillo denuncia todas estas cosas desde un rotundo humor y, además de ser unos enfermos de investigar cuando empezamos un montaje, intentamos respetar la intención del autor en su época desde nuestra interpretación. Denunciamos todo ello sin perder el humor intrínseco del libro, pero contado desde un humor del siglo XXI.

Esteban Jiménez – Hay una constante en el trabajo de Álvaro, no solo que investiga mucho sobre el contexto y el autor, también que tiene una visión muy clara: saber qué quería decir el autor de la obra en ese momento y entonces lo traslada. Es una especie de mímesis atemporal, primero la visión del autor y luego la adapta a la suya.

A la hora de dirigir, ¿qué ha sido lo más complicado?

Álvaro Morte – Yo tengo la suerte de contar en 300 Pistolas con los mejores actores del mundo, es tremendamente fácil trabajar con ellos. Soy muy meticuloso, exigente, pero dentro de eso, cuando tengo la esencia de lo que quiero y ellos entran en el código de esa cosa rara que yo tengo en la cabeza, entonces cogen el mando y son capaces de seguir creando sobre lo que yo he propuesto. Lo difícil es encontrar el germen de lo que quieres contar y cómo lo quieres contar, pero para mí es un disfrute y procuro hacerlo desde el trabajo, no espero que venga la inspiración. Me puedo pasar entre seis y ocho meses investigando con Blanca Clemente, la otra mitad de 300 pistolas, antes de llegar a la sala de ensayo y, con todo eso, seguimos dejando la puerta abierta, a ver qué pasa. Empiezas a trabajar y, de repente, hay un día que dices aquí está, es como si hubieras estado trabajando sobre una nube y una luz te sitúa y te muestra el camino. Como premisa importante para trabajar, no me gusta dar un punto de vista que ya haya dado otra persona, busco una manera distinta y me rompo mucho la cabeza para encontrar eso.

– ¿Qué factor creéis que os ha hecho ganar?

Álvaro Morte – No lo sé, pero sí sé que ha habido unas propuestas maravillosas, admiramos mucho a los que se han presentado. Habrá sido suerte, porque un jurado, entre los distintos puntos de vista, podría haber seleccionado a cualquiera. A nosotros nos gusta ser honestos con la propuesta y, sobre todo, creo mucho en un teatro de entretenimiento, porque tristemente el público se alejó del teatro. Ahora con la tele para mí es básico que la gente se o pase muy bien en el patio de butacas y si, además de eso, le das algo que pensar, es una forma muy interesante de acercar al público.

Esteban Jiménez – Siempre que trabajamos tenemos la misma pregunta en la cabeza: Esto nos gusta, pero ¿va a funcionar? ¿Va a reírse la gente? Al final, el 90% de las veces funciona, no sabemos ni por qué, pero creo que es porque el público durante mucho tiempo se ha acostumbrado a cierto tipo de obra, por ejemplo: en Tres sombreros de copa, ya saben lo que van a ver porque habrán visto ocho versiones iguales o similares. Darle una vuelta a eso es arriesgado, pero es muy satisfactorio cuando la gente sale del teatro y dice: “Nunca me hubiese imaginado que este personaje era así”. Eso es lo divertido, vas al primer ensayo, te dice las premisas del personaje y te rompe la cabeza, pero al final confías y tiras para delante y suele funcionar.

La compañía 300 Pistolas, ¿cómo nace?

Álvaro Morte – Pues, yo estaba trabajando en series diarias y haces el mejor trabajo que puedes hacer, pero no hay tiempo material para poder exprimir todo lo que tú quisieras, puedes hacer 12 secuencias en un día, llegas a casa y te tienes que aprender 12 secuencias para el día siguiente. Me gustaría disfrutar un poco más las cosas, te acuerdas de cuando estás en arte dramático y pasas meses con una obra y los personajes. Por ello cogí a Esteban Jiménez, a Anna Hastings, a Sara Gómez y a Blanca Clemente para montar un perro del hortelano como mero laboratorio, sin dar explicaciones. Trabajamos, investigamos y vimos qué pasaba. Ellos, no me preguntes por qué, dijeron vale, y más dirigidos por mí, en esa sala de ensayo eras completamente libre.

Esteban Jiménez – En base a eso, a mí lo que me convenció fue una frase que él me dijo: “quiero hacer todas las cosas que no nos han dejado hacer cuando empezamos con 18 años a estudiar teatro”, porque cuando estudias acabas por aburrirte por las limitaciones de los profesores. Fue una liberación que un director estuviera abierto a todas las locuras como las mías.

– Con respecto a los jóvenes, ¿creéis que no hay motivación o iniciativas para que asistan al teatro?

Álvaro Morte – Esta era la segunda razón por la que monté 300 pistolas. Hubo una ocasión, cuando trabajé en una compañía que hacía teatro para campaña escolar, que siendo adulto me moría del aburrimiento y encima era una comedia. Se me cayó el alma al suelo pensando en todos eso jóvenes que, probablemente, nunca volverían al teatro. Si la primera vez que vas al teatro, te aburres, difícilmente vas a repetir. Quería inventar algo para este tipo de público, porque hay mucho teatro infantil y adulto, pero no uno que puedan disfrutar los jóvenes. Siempre intentamos que las obran tengan un rango muy amplio para que todos puedan disfrutarlo. Para mí es básico cuidar rotundamente a todos esos chavales porque son nuestro público del futuro. En ocasiones, con 300 pistolas hacemos campañas escolares y tenemos experiencias maravillosas de chavales que hoy están estudiando arte dramático porque en su momento vio 300 pistolas. Recibimos mails, tuits o mensajes por Instagram de chavales que, de repente, han descubierto a Lope de Vega y alucinan. Es muy gratificante porque es un público muy exigente, por lo que lo cuidamos como el que ninguno.

– ¿Tenéis futuros proyectos?

Álvaro Morte – Es verdad que ya hemos recibido mails de gente que quieren que vayamos a actuar con El Lazarillo y nosotros seguimos trabajando, aunque con La casa de papel y El embarcadero no tenga mucho tiempo. Para mí 300 pistolas es primordial y ya tengo una idea en la cabeza de un autor como Shakespeare, pero es algo que todavía necesita tiempo.

Textos y fotografías de Lucía Torres para Especies de Espacios

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