
Los niños y niñas aprenden a partir del lenguaje que escuchan: las palabras, los sonidos. Pero también del lenguaje que no escuchan, como son los gestos, por ejemplo. Cuanto más rico sea ese entorno lingüístico, más rico será el desarrollo del lenguaje. Este proceso de apropiación de lenguaje continúa a lo largo de los años escolares, por lo que ese período debe estar lleno de imágenes y vocabulario que incite a curiosear cada vez más. Esa curiosidad es despertada, principalmente, por los libros, por la literatura, y en este caso, hablaremos de literatura infantil y juvenil.
Podríamos entender la literatura como una forma de construcción de la vida y, por lo tanto, una forma de construir la imaginación. Esta construcción se compone de distintos puntos de vista, tantos como personas en el mundo. La literatura nos permite aprender, vocabulario y escritura. Pero, lo más importante de la literatura es que nos permite imaginar, crear, soñar, viajar, nos permite hacer todo lo que queramos hacer, dentro de nuestra cabeza, de nuestra imaginación. Y si hablamos de imaginación, son sobre todo las niñas y los niños, los que más saben del tema.
Sin embargo, podemos encontrar distintos géneros dentro de la literatura: ficción o misterio, literatura tradicional donde entran las leyendas y los mitos, fantasía, poesía y realista, generalmente biografías.
El fin de todos estos géneros, al final, es el mismo: la función imaginativa que permite al niño o niña el enriquecimiento personal, el conocimiento cultural, la búsqueda por la identidad y el contacto con diferentes mundos, favoreciendo así un desarrollo del pensamiento divergente.
Es por ello que, autores como Alliende y Condemarín (1997), Quintero (1992) y Vannini (1995) al describir las funciones de la literatura infantil y juvenil describen las siguientes:
1. Amplía el horizonte intelectual y artístico de los niños y adolescentes, así como su universo social, afectivo, imaginativo y lingüístico.
2. Divierte y activa la curiosidad.
3. Estimula el desarrollo del pensamiento libre y creativo
4. Proporciona temas, motivos y detalles para nutrir su inspiración.
5. Ayuda a comprender el mundo en el que el lector vive y lo ayuda a enfrentarlo.
Además de todo esto, podemos establecer una estrecha relación entre la literatura y la escritura en lo que respecta a los niños y niñas. Esta relación ha sido comprobada mediante numerosas investigaciones, afirmando que la interacción de los niños y niñas con la lengua escrita ayuda no solo a escribir correctamente, sino que también ayuda creativamente.
Pero, más allá de investigaciones, ¿cómo podemos hacer para mantener la creatividad, para mantener la magia? Leemos para aprender, pero también leemos para disfrutar. Debemos asentar la lectura y la literatura desde la base del disfrute y la valoración de los libros, educando nuestra imaginación y, sobre todo, respetándola y alimentándola.