Félix de día, Félix de noche

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El narrador oral y escritor Félix Albo participó en la Semana Universitaria de la Cultura Rural Innovadora de Tragacete organizada por la Fundación Los Maestros.

(c) Foto para La Circular de Mario Mora

El lunes 12 de septiembre, un par de días después de la luna llena, esa de la que el Félix poeta escribiera “Un botón de nácar / abrocha la noche / y sus misterios”, fue el momento tan esperado de que el Félix narrador condujera sus pasos hasta Tragacete para participar en el curso de verano sobre “Nuevas Narrativas Rurales desde la Escuela”. 

Su conferencia-taller llevaba por título “Los cuentos son el alma del mundo”, que más que ser suyo fue más fruto del azar que de la premeditación. Y como alma son y circular por el interior de todos los seres humanos, pues sirvió como argumento para que los libros como mariposas salieran volando y se posaran por todos los rincones de la casa de don Casildo esperando ser contados de nuevo. 

(c) Foto para La Circular de Mario Mora

Así ocurrió durante las casi dos horas que duró este taller de cuentos destinada a las maestras y maestros inscritos en este primer curso de la Semana Universitaria de la Cultura Rural Innovadora de Tragacete. Y como los cuentos fueron narrados, guardamos su secreto, para que así cada vez que se cuenten, puedan ser un cuento nuevo. 

El taller tuvo su prórroga una mesa redonda donde también estuvieron el escritor Victor Guiu, la comunicadora Julia Ramsauer y el teleco Sergio Rubio que hablaron sobre cómo “Contar lo vivido” más allá del informe oficial y la memoria burocrática. 

(c) Foto para La Circular de Mario Mora

Tras la cena en el Hostal Serranía llegó el turno de la velada nocturna, donde Félix Albo hace volar la imaginación sobre sus zapatos rojos con historias que emocionan en todo el espectro posible de las emociones. Cuentos para adultos que son como volver a ser niños recorriendo la memoria y que al ser contados en compañía se convierten en más íntimos que nunca. Allí en el salón multiusos de Tragacete, la noche viajó a aquellos tiempos en los que los seres humanos nos reuníamos al marcharse el sol para que, al menos, el terror fuera compartido.

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