El río que nos une

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La soprano PIlar de Iturriaga durante su actuación. Al fondo, la obra de Pedro Mercedes.

Los ojos de la mora parecen mirarnos desde el cerro de la Majestad, pero en realidad sólo pueden ver el río Júcar arrastrando al tiempo y llevándolo en forma de tierra hasta las ollerías. En la pared un cartel avisa: “Entre lo apolíneo y lo dionisíaco”. No estamos sólo para Quevedos. En las demás paredes de la sala, las tierras del Júcar convertidas en arte. Llega la hora en la que Apolo también se deja llevar por las verdes aguas. Atardece. Entre Dionisos y Apolos. Entre las Españas y las Argentinas. Entre la memoria y el estreno.

Volvemos a reunirnos en la Casa Zavala, esta vez al abrazo de la obra de Pedro Mercedes. Las canciones en la voz de Pilar de Iturriaga dialogan con la obra del artista que retrató un tiempo ya casi pasado, porque “arrieros semos”, pero barro también. Las canciones de aquí, también las de allá, las de aquella Argentina a la que por un momento quiso marchar el alfarero huyendo del plástico. Como si hubiera huida posible. De ida y vuelta. El maestro no fué para la Argentina, se quedó en sus ollerías haciendo de la necesidad arte. Y Gladys Martino le pone voz a esa nostalgia de los que sí emigraron y de los que nunca lo hicieron.

El río que nos une. El océano también. Tiempos, lugares y artes se reúnen. El recital caminaba hacia su mar y hacia su Góngora, seguidor también de Diana, como las serranas de Cuenca. Mudo se quedó el poeta al verlas bailar y dijo la leyenda que sólo un conquense podía devolverle la música. Inmune a los cantos de la mora que da la espalda al pinar. Y así el conquense Manuel Millán, entre rama y rama, entre tiempo y tiempo, iba cruzando por momentos paisajes y relojes, cabalgando entre la canción antigua y el tiempo moderno, llevándonos de aquí para allá como un Júcar todavía serrano y bravo. Pinares del Júcar de Góngora y de Millán. En tres partes cruzamos el pinar parando entre estrofa y estrofa para ver pasar a las serranas. “Honor de aquella montaña / cuyo pie besan dos ríos”, pero que en las ollerías ya son uno. El misterio y el fuego que convierten el barro en cacharros y la partitura que transforma el poema en canción, “al son del agua en las piedras / y al son del viento en las ramas”. El río que nos une. Las artes también.

El compositor Manuel Millán felicita a Pilar de Iturriaga tras el estreno de «En los pinares del Júcar»

El recital de canto y piano “Tan dulces dos palabras” se celebró el sábado 6 de octubre de 2018 en el centro de arte Casa Zavala de Cuenca con motivo de la exposición “Moldeados en tierra. Homenaje a Pedro Mercedes”. En él participaron las sopranos Gladys Martino y Pilar de Iturriaga, acompañadas al piano por Alexandre Alcántara y bajo la dirección musical de Javier Tortajada. Se interpretaron obras de Ernesto Nazareth, Manuel de Falla, Villa-Lobos, Alberto Ginastera, Carlos Guastavino y Francisco Mignore. El recital concluyó con el estreno de “En los pinares del Júcar” de Manuel Millán de las Heras sobre texto de Luis de Góngora. En los bises se interpretaron: una pieza en honor a Montserrat Caballé, también “Pueblito, mi pueblo” de Gustavo Gustavino y un fragmento con castañuelas de “En los pinares del Júcar”, de Manuel MIllán.

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El río que nos une – José An. Montero 26/05/2019 - 4:53 PM

[…] artículo se publicó originalmente en la Revista Espacies el 7 de octubre de […]

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