Todas somos damas duende

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En esta edición del festival, la Compañía Nacional de Teatro Clásico representa una versión de La dama duende de Calderón de la Barca, escrita por Álvaro Tato y dirigida por Helena Pimenta.

La obra cuenta la historia de una mujer que escapa disfrazada para poder vivir, tiene gran contenido social y filosófico, con un lenguaje que llega al alma, según Helena. El nombre de dama duende se lo dan los demás, por su astucia e imaginación para no ser vista. Por ello, la describe como una “toma de poder femenino frente al patriarcado y el control”, añade que Calderón aborda este tema de forma más exagerada y trágica.

Además, Álvaro Tato afirma que es una “comedia cervantina de Calderón”, puesto que hace reflexionar sobre nosotros mismos. Explica que la protagonista “inventa su identidad en contra de sus convicciones” y que esta obra tiene tanto éxito porque su argumento sigue vigente 400 años después, en esencia, habla de ser quienes queramos y de inventar nuestro propio destino. Asimismo, Marta Poveda, quien interpreta a Ángela, destaca el valor de su personaje por su situación, “o muere entre dos paredes o se juega la vida para vivir”, afirma.

La dama duende

En esta historia, el eje fundamental es la lucha entre el amor y el honor, en medio se encuentra Doña Ángela, una viuda a la que sus hermanos mantienen encerrada por las deudas que dejó su marido. Sin embargo, disfrazada con una capa roja, sale y vive.

En una de sus salidas tiene que huir de uno de sus hermanos, Don Luis, por lo que le pide a Don Manuel que lo distraiga. Ambos acaban en un intenso duelo, hasta que interviene Don Juan y aclara que Don Manuel es a quien había invitado a quedarse en su casa.

La trama se desarrolla en dos habitaciones, la de Doña Ángela y la de Don Manuel, con una alacena que sirve de pasadizo entre ambas, la asombrosa escenografía consigue cambiar y hacer girar los muebles para representar este doble espacio. Así, vemos como la curiosidad de Ángela le lleva a atravesar alacenas y escribir cartas de amor sin ser descubierta.

Por sus apariciones y desapariciones, Don Manuel le da el nombre de dama duende, asombrado por su astucia. Aunque su criado Cosme no la admira tanto, le teme creyendo que es mujer y diablo, y es quien aporta los chistes y el humor a la obra. Doña Ángela se hace pasar por duende cuando casi la descubren, ella misma mezcla ilusión y realidad, lo que desespera a Cosme e intriga a Don Manuel.

El desenlace no puede ser otro que uno en el que todos los personajes tengan lo que desean, después de todo, no es una tragedia. Cuando su hermano Don Luis descubre el pasadizo e imagina la posible deshonra, le dice a Don Manuel que la solución está en que se case con Doña Ángela. Así se resuelve la contradicción entre amor y honor, pues Ángela consigue tener ambas y, además, su libertad.

Textos y fotografías de Lucía Torres para Especies de Espacios

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