Bailar en la era. Colectivo La Majara en Urones de Castroponce

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Ha sido un verano intenso de descubrimientos y huidas. Nuevos caminos, nuevos lugares y nuevas experiencias. Pero esa imagen vuelve a la memoria una y otra vez. El Colectivo La Majara bailando en una era de Urones. La mente parece que quiere repasar los recuerdos buscando ese detalle que en su momento pasó inadvertido pero que es la clave que sostiene el edificio. Trataré de describirlo para aquel que quiera leerlo, pero sobre todo para mí.

El GPS me llevó de carretera en carretera alrededor de las cinco de la tarde de agosto hasta un pueblo de adobes en la tierra de Campos vallisoletana. Apenas un centenar de habitantes censados que se triplican estos días entre familiares que regresan y artistas que acuden al Festival de Teatro Alternativo (Fetal). Urones de Castroponce tiene algo de patrimonio, pero sobre todo tiene su teatro, el . Conocía el lugar pero fuera del festival.

Tratando de encontrar el teatro entre las callejas a la primera persona con la que me topé fue con una labriega joven pero vestida de antaño que llevaba sobre su cabeza unos palos. Serían cosas de titiriteros más que de espectros. A la vuelta de la esquina, todavía sin bajar del coche, fui a dar en mitad de un grupo de gente que se agrupaba frente a las puertas del teatro. Traté de disimular, aparcar rápido, bajarme y convertirme en masa lo antes posible.

Juntos ya iniciamos el pasacalles guiados por la labriega que nos condujo hasta una era cercana al pueblo. Allí nos esperaban unas sillas blancas de plástico a la solana de la era a las seis de la tarde. Al fondo la vega del pequeño río que pasa por Urones. Más allá los inmensos campos de trigo ya segado. Algunos con alpacas.

Era una era en uso, limpia, con su caseta para guardar los aperos. Se oían las ovejas de una nave cercana y los pájaros de los árboles que se agolpan en la vega nerviosos por nuestra presencia. Somos intrusos de otro lugar o de otra época.

El sonido de los altavoces se mezcla con el entorno. No sabría muy bien decir qué parte era artificial y qué parte era natural. Nos sentamos al sol y otros dos atléticos labriegos repartieron algunas estacas entre la variada tribu de asistentes.

En el programa del festival rezaba “Colectivo La Majara – Labranza Trío”. Comenzó la danza. Comenzó el ritual. Movimientos repetitivos, tántricos, que evocan los movimientos que tantas veces se hicieron a lo largo de los tiempos en este mismo lugar. Ritmos que tratan de conectar con los humanos que fuimos. Sudor y fatiga. Movimientos fuertes, intensos, constantes, repetitivos. Los danzantes mezclan el sudor con el polvo. Los asistentes al sol comenzamos a compartir el sudor.

Las cámaras de la televisión autonómica se alejan en la unidad móvil buscando cómo sacar de ahí una noticia. Los que nos quedamos no pensamos en las noticias, si no en asimilar lo que vemos. Parece tener un ritmo interno. Una coherencia y una cadencia. Una historia. Probablemente ninguno de los presentes conozcamos ya esos movimientos tantas veces ejecutados a lo largo de la historia.

Recordamos viejas fotografías. Caras de antiguos, pensábamos. Quizá es que ejercitaban músculos distintos. Cuerpos y caras adaptadas al sufrimiento de la tierra. A los ritmos naturales. Al sufrimiento del ser abandonado en mitad de estas llanuras que trata de buscar refugio entre los dioses o los espíritus.

Secuencias. Cadencias. Los sonidos de pájaros y ovejas se han integrado como si empezasen a saber de qué va esta historia grabada en su memoria de especie. Los humanos siempre nos creímos superiores y nos cuesta más conectar.

Comenzamos a comprender. Estamos ante un rezo colectivo como si fuera un rosario o unos cantos tibetanos. Rítmicos. Repetitivos. Tratamos de conectar a través del sudor y de la tierra con los que nos precedieron. Danza contemporánea como herramienta para volver atrás como si fueran una especie de mediums.

Ha pasado ya un mes. Los que allí vivieron, sufrieron y rieron, siguen bailando en mi memoria. Aunque aquel día, en aquella era de Urones, pensáramos que sólo estaba bailando el Colectivo La Majara.

El espectáculo de danza contemporánea «Labranza Trío» se realizó en las calles de Urones de Catroponce el día 10 de agosto de 2018 a las ocho de la tarde dentro del programa de Residencia Creativa Yesca 2018 del Festival de Teatro de Urones de Castroponce.

Puedes conocer más sobre el Colectivo La Majara en su página web colectivolamajara.com y puedes conocer más sobre el Festival de Teatro Alternativo de Urones de Castroponce en teatro-fetal.com

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Bailar en la era. Colectivo La Majara en Urones de Castroponce – José An. Montero 05/06/2019 - 9:16 AM

[…] Este artículo se publicó el 7 de Septiembre de 2018 en  Espacies […]

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