
Tengo la costumbre de, siempre que los comisarios lo permiten, de echar una ojeada a la parte trasera de las obras de arte.
Tratar de descubrir el soporte, lo que une el arte a la tierra. Esas soluciones prácticas que los artistas les dan a sus creaciones.
No hay nada más estimulante que descubrir los equilibrios que tenían que hacer en los grandes retablos para que no se vinieran abajo esas grandes esculturas.
Descubrir a Berruguete tras Berruguete. Mirar tras su retablo que se muestra en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid es emocionante.
Algo así me ocurrió en la última visita al Museo Abstracto de Cuenca al descubrir que el viento de Chirino tiene una parte trasera. La espiral-vendaval no se escapa de la obra como.nos sugiere su parte frontal sino que el viento dobla la esquina y se esconde tras la escultura. Dos lañas del mismo acero la sujetan al pie de madera. No son demasiado grandes para la tarea inmensa que deben realizar. Sujetar el viento.
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[…] Este artículo se publicó el 24 de febrero de 2018 en Espacies […]
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