Entre sonidos de armónica y la suave capa de nieve que nos acompaña esta mañana, la música se desliza como si pudiese respirarse en el aire y la percusión, pegadiza, tal vez con reminiscencias a Tom Waits pero sin duda con un recuerdo como a música de saloon de vaqueros, y a bareto de Nueva Orleans, suena en repetición.
Llegado cierto punto, entre la música y la nieve, que se ha pegado a unas tejas medio podridas y a unas lonas que el viento del grado bajo cero sacude, no sabemos del todo en qué siglo estamos, pero sin duda no estamos aquí. Aunque existe suficiente contexto para comenzar a contar una historia.