Luis Antonio Pedraza: «Mi vida es un poco como la música que hago, un puente que tiendo entre la música clásica y la tradicional»

En la puerta de La Huella de los Elefantes, atravesados por los cuatro grados bajo cero y arrebujados en nuestros abrigos, conversamos con él. Los instrumentos ya están en su sitio, el público casi llena este pequeño rincón por alturas y tan solo unos pocos se atreven a asomar el hocico fuera para fumar. Entre todo ese frío, la calidez de Luis Antonio Pedraza nos sorprende, como un amigo al que hace mucho tiempo que no vemos. A mí me lo confirma cuando habla: preciso, amable y cándido. Kepa Junquera, los tamboriles, las raíces, la vida, son temas que van y vuelven en nuestra conversación.

¿Por qué el nombre del disco “De mano en mano”?

“De mano en mano es un proyecto muy bonito que hace alusión a una historia de vida. No pretendemos que sea un disco etnográfico ni un testimonio universal de la música o de la interpretación. Pretendemos que relate una historia de vida. Desde que yo con 11 años comencé a tocar el instrumento hasta hoy en día que tengo 35, por todas las flautas y tamboriles que he pasado y por todas las personas que he conocido.

“De mano en mano” se refiere sobre todo a esa tradición oral, y a esa tradición en cuanto ha ido pasando de padres a hijos, de amigos a vecinos; la música tradicional como un arte y una ciencia que al final viene propia, como digo, de boca a boca. No está escrita en los libros y jamás se ha escrito, ni se pretende escribir. Simplemente se ha pretendido que sea algo exclusivo, algo propio de nuestros pueblos.

En el disco colaboras con Kepa Junquera…

Kepa Junquera es uno de los grandes músicos que tenemos en el mundo, quizá es el mejor trikitilari*. Una persona que ha dado voz a pueblos, lugares, zonas y comarcas que hasta hoy no habían tenido visibilidad. Lo que hace es un trabajo fantástico, que es recorrer nuestra península ibérica y busca lo exportable, lo que nos diferencia.

Hoy en día todos vestimos pantalón vaquero, vamos con nuestras gafas, con nuestros abrigos, exactamente igual que los americanos, que la cultura anglosajona. Kepa Junquera lo que ha hecho ha sido recorrer la Península Ibérica, buscar lo diferente, lo nuestro, lo propio, lo que tiene realmente fuerza, lo ibérico, y le ha dado visibilidad. Es el músico de Europa con más colaboraciones.

Ha sido una suerte trabajar con él, porque como te digo, es uno de los pocos músicos de folk en España que tiene un Grammy. La experiencia a la hora de trabajar con él ha sido increíble. Me ha aportado muchísimo, y estoy muy orgulloso. Espero que se recupere pronto, porque actualmente está malito y queremos que se recupere pronto.

Coincidisteis en algún sitio para conoceros y hacer proyectos o…

Sí, coincidimos en el homenaje a Joaquín Díaz, un gran folclorista a nivel nacional e internacional que ha recuperado, sobre todo, la música tradicional española. Coincidimos en el homenaje y bueno, nos vimos, estuvimos hablando y me propuso este proyecto (fue además una idea de él). Le gustó como tocaba, la interpretación, por la fuerza que tenían estos instrumentos y dijo que una de las ilusiones que tenía era poder dirigir y producir un disco dedicado exclusivamente a la flauta de tres agujeros y el tamboril.

¿Y trabajar con él bien, no?

Trabajar con él es un lujo por su experiencia, date cuenta que puede tener 30 grabaciones, 30 discos con innumerables artistas. Ha recorrido el mundo de arriba a abajo y de abajo a arriba, ha estado en grandes escenarios y claro, el conocimiento y la experiencia que él te aporta, yo creo que pocas personas en este país te la pueden aportar.

Tú naciste en Girona y te criaste en Zamora…

Sí. Nací en Blanes, en Girona, lo único que no ejercí como catalán, no me dio tiempo. Mis padres rápidamente se vinieron a Zamora. Y desde muy pequeño me he dedicado exclusivamente a la música tradicional porque “uno es de donde pace, no de donde nace”, entonces al final, mi labor como folclorista se ha centrado sobre todo en Zamora, en Zamora provincia y en Castilla y León, que ha sido el contexto vital, y orgulloso, además.

¿Qué relevancia tienen el tamboril y la flauta para un zamorano?

Para un zamorano, la flauta y el tamboril lo son todo. Corre por sus venas, en nuestro ADN. Es algo con lo que nuestros abuelos, nuestros bisabuelos y tatarabuelos han bailado. Es algo que forma parte de nuestra identidad, de la identidad de nuestros pueblos, del día a día, de todas las fiestas, de todas las celebraciones.

Es imprescindible la figura del tamborilero. Desde las procesiones de Semana Santa, pasando por las fiestas, los bailes, las celebraciones litúrgicas, es un todo. Vertebra la música tradicional del noroeste peninsular, ya no solo de Zamora, también de provincias como León, Salamanca, y en Extremadura; de todo lo que era la antigua Vía de la Plata.

Te dedicas a la música desde muy pequeño. ¿Porque te llamó la atención o por tradición familiar?

Por tradición familiar. Mi madre me cantaba de niño, mi padre tocaba la trompeta y además mi abuelo también cantaba. Y mi hermana mayor es violinista. Entonces yo creo que al final la música es realmente, pienso que es genético, pero que hay que desarrollarlo. Es muy importante traer ese pedigrí, esos genes que te condicionan a poder tener cierta inclinación por la música, pero luego tu mamá tiene que coger de la mano y llevarte a una escuela de música, a un conservatorio para poder desarrollarlo. Viene desde muy pequeño, además he tenido la suerte de ir siempre de la mano con la música mal llamada “formal” o mal llamada “clásica” y por otro lado ir con la tradicional, he ido con dos lenguajes que me han ayudado a comprender y a entender el uno del otro. Mi vida es un poco como la música que hago, un puente que tiendo entre la música clásica y la música tradicional.

Estuviste tocando en un museo…

He tocado en varios museos. Sobre todo en el Museo Etnológico de Ribadavia. Para mí fue un lujo porque entras en comunicación con los mismos elementos que hay en el museo. Al final estás interpretando la música. Los instrumentos no tienen vida, la vida se la damos nosotros.

Entonces para mí fue muy especial poder tocar no solo en el Museo Etnológico de Ribadavia, sino también en el Museo Etnográfico de Castilla y León. Porque hay un montón de objetos a tu alrededor que somos nosotros, el ser humano, los que les damos vida. Son fruto de nosotros, de nuestro quehacer y de nuestra evolución.

Por último, ¿qué nos espera en el concierto de hoy?

El concierto de hoy es una presentación de este disco “De mano en mano”. Una presentación que es muy especial, quizás será el disco más especial que voy a hacer en mi vida. Por muchos arreglos o colaboraciones que haga, por muchos grupos en los que esté, quizá este disco es el más personal, el más íntimo y el  que no me hubiera atrevido a hacer si no llega a ser porque Kepa Junquera me anima, me echa una mano y me ayuda en la grabación de este disco. Es muy especial porque comienza con mi primera flauta, con mi primer tambor, con mi primera composición y termina en el hoy en día, cómo estoy tocando, cómo estoy intentando dar visibilidad a este instrumento tan minoritario por toda la península ibérica y Europa.

Y voy a emplear distintos tipos de instrumentos como la flautas, tamboriles…voy a emplear también salterios, cencerros o instrumentos como la cacha, de pastor, que ha ido de la mano con mi vida y con el devenir y quehacer de este instrumento.

Y es un agradecimiento a vosotros, los que formais el conjunto y el equipo de Especies de Espacios o Espacies, por la ilusión que tenéis y por las iniciativas que lleváis a cabo hacia músicas minoritarias como estas, que lamentablemente lo son y que forman parte de nuestra vida. A veces adoptamos lo que viene de otros países o latitudes como propio, y lo propio lo estamos dejando morir. Así que en mi nombre, y en nombre de todos los folcloristas, os damos las gracias a todo el equipo.

*Trikitilari: Músico que toca la Trikitixa, un acordeón diatónico de botones muy pequeño de origen vasco y muy típico en las romerías que se hacen en el País Vasco.

Entrevista de Aurora Timón e Inés Villodre. Fotografía de Alex Basha

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