
En la Edición Española del domingo 23, celebraron su aniversario y la coyuntura del Festival de Cine de San Sebastián volviendo a echar Truman, la película de Cesc Gay que les dio a sus actores principales conchas de plata en la 63º edición. Una de las cosas por las que volví a ver la película después de dos años fue porque recordaba cómo se usaba el humor para que las cosas brillaran y al mismo tiempo se hicieran más livianas.
Cesc Gay hablaba en la tertulia de la importancia de encontrar humor y naturalidad dentro del drama, para dejar respirar al espectador. Se refería a algunas de las frases dentro de la película, como lo de que «cada uno se muere como puede» o «cada uno lleva la pérdida como puede». Hablaba de cómo el perro es en realidad un elemento «absurdo» porque hace que personaje y espectador os preocupéis por cosas diferentes.
En la entrega del premio Donostia a su carrera cinematográfica, HiroKazu Kore-eda dio un discurso que hablaba, entre otras cosas, de cómo había perdido a una actriz que le había acompañado a este festival años atrás, e incluso repetía cómo todavía era muy pronto para recibir un premio, cuando su carrera no había terminado. «(…) entiendo que es un premio a toda mi carrera, yo considero que mi carrera está todavía a la mitad, pero aun así estoy muy agradecido aunque soy consciente de que no me lo volverán a dar en mi vida». Como Kore-eda bromea sobre su premio, Julián (Ricardo Darín) bromeaba con si sus cenizas cabían o no dentro de una urna.
La vida cotidiana es una escena llena de dramas livianos. Y Cesc Gay ha sabido convertir la vida en una película.