
El 15 de marzo asistimos a la reapertura del espacio Lamosa Lab a reencontrarnos con los espacios. Asistimos así a la recuperación de uno bien importante, ubicado en una capilla del siglo XVI, que ha estado cerrada como laboratorio artístico y abierto a la exposición de Bill Viola estos últimos seis meses. La inauguración, nos permite, al mismo tiempo que recuperamos lugares, volver a interactuar con ellos. Y de alguna manera, es la propuesta que nos lanza este escenario, creado en 2014 y con tantos proyectos a la espalda. Co-dirigido por Verónica Moreno y Daniel Raposo. Hablamos con Daniel sobre proyectos, interacciones y arte contemporáneo.
Sobre Lamosa Lab como espacio creativo, ¿qué interacción habéis visto de los artistas con este espacio?
Creo que desde que empezamos siempre hemos tenido interacción, porque con la Facultad de Bellas Artes siempre hemos estado enlazados. Tenemos un enlace bastante cercano y yo creo que siempre positivo. Sobre todo, intentamos que las muestras que planteamos aquí sean proyectos expositivos específicos de gente joven pero con una pequeña trayectoria, con un pequeño camino.
Yo creo que es interesante, porque a la gente joven le haces ver cómo se está trabajando y qué propuestas se están llevando a cabo hoy día dentro del arte contemporáneo. También para los habitantes de Cuenca es positivo, porque también pueden ver qué de nuevo se está haciendo. Nosotros siempre hemos creído que Cuenca es un sitio con muchos museos, con mucha proyección artística, pero sí que es verdad que faltaba algo fresco, faltaba qué es lo que se está haciendo hoy día, faltaba lo joven, lo que se está planteando hoy día. Y creo que eso lo acercamos nosotros, con nuestras propuestas expositivas.
¿Cómo nació Lamosa?
Pues Lamosa nació por la inquietud de generar un espacio que creara conexiones con los procesos creativos que se están llevando hoy en día y nació gracias a la microfinanciación, el micromecenazgo, a la aportación de mucha gente y con mucho esfuerzo, porque rehabilitamos una casa en San Antón. Pero esos tres años nos sirvieron para hacer ver que es importante que haya un espacio abierto. Sobre todo eso es lo que nos gusta, la palabra de un espacio abierto a nuevas propuestas, porque estamos abiertos a que la gente pueda venir a hacer proyectos y que puedan convivir con las exposiciones.
¿Cómo era el ambiente creativo cuando estudiábais en la Facultad?¿La facultad aportaba espacios?
Sí, claro, la Facultad de Bellas Artes en cuanto a espacios disfruta de bastante porque tiene tres salas de exposiciones, los talleres… Hay pocas universidades en España que tengan esa amplitud de espacios. Y la verdad es que siempre nos ha ayudado en todo lo que ha podido ofrecernos a la hora de proveernos; dejándonos material o estar por allí. La relación ha sido siempre bastante íntima.
¿Qué es lo que estáis viendo que se está haciendo?
Pensamos que hoy en día el arte lo interesante que tiene es lo multidisciplinar que es, y a nosotros también nos gusta esa idea de que los proyectos expositivos que se están haciendo ahora en este espacio en San Pedro sean proyectos específicos para la sala. Es verdad que la sala es una capilla del siglo XVI y tiene esa cosa de interesante. Siempre buscamos que los artistas se adecúen a lo que es el sitio y la ciudad de Cuenca, siempre hemos intentado crear esa interacción.
Por ejemplo, con la primera exposición de esta temporada que vamos a tener de Raúl Hidalgo lo vamos a ver, porque además él trabaja el site-specific, es decir, trabaja específicamente con el espacio que va a crear y la ciudad donde está. Raúl va a trabajar con los animales y la relación humano-animal en la ciudad de Cuenca.

¿Qué nos espera en la reapertura de Lamosa?¿Qué nos traéis?
Traemos muchas cosas. Muchas de las cosas que veníamos haciendo como el Festival de Video Arte, que es la quinta edición, o la octava edición de Nosotros Feriantes. Queremos realizar el segundo festival de Creative Commons, planteamos como novedad esta temporada un evento mensual que se va a llamar Action Jam, donde vamos a abrir la participación a que la gente con su cuerpo pueda venir a hacer acciones, performance o cualquier tipo de propuesta que sea mediante el cuerpo. Y vamos a intentar agitar lo máximo que podamos y exprimir todo lo que podamos el espacio que tenemos, que lo tenemos hasta diciembre. Sobre todo vamos a luchar por hacer ver que es de vital importancia, que es necesario, que podamos tener una continuidad o que se puedan generar nuevos espacios que impliquen un diálogo con nosotros.
La tarde empezó con una apertura de puertas simbólica definida como “acto reivindicativo por la necesidad de un espacio como Lamosa en la ciudad de Cuenca”. A esto le siguió una presentación de las actividades que tenían preparadas para este respiro de seis meses de vida, al que le siguió un “happening” visita guiada al Casco Antiguo que nos descubrió la mirada artística de Cuenca a través de Paula P. Guerrero, Aurora de la Hoz y Jonathan García, junto a las palabras de Federico Muelas y de María Luisa Vallejo y los ojos de la mora, que sobre la montaña lloraba que no fueran sus ojos pardos. Lugares desconocidos se hicieron conocidos incluso para personas que habíamos habitado la ciudad durante toda nuestra vida, y las miguitas de pan que arrojábamos cerraban nuestro recorrido y nuestras acciones con aquellos lugares míticos.
Y si algo nos ha demostrado todo esto, es que en esta ciudad la cultura fluye por los espacios. Nos ayuda a ser más conscientes. Así uno se da cuenta de que tiene que estar en los lugares para poder contar lo que ha visto. Y que para que existan los lugares tiene que haber personas que interactúen con ellos, que los fotografíen, que los pinten y que los trabajen. Pero sobre todo, que vivan en ellos.

Texto de Inés Villodre