Vuelve a la primera página de la cultura conquense un artista excepcional en una retrospectiva que puede visitarse gratuitamente la Sala ACUA de la UCLM hasta el 4 de noviembre.

El pintor-cronista Julián Pacheco nunca dejó la protesta y la reivindicación para expresar lo que creía que el mundo merecía escuchar. Siempre residía en su interior ese espíritu de protesta vital que se reflejaba como un enorme rechazo al poder opresivo que se sitúa como una nube negra sobre el pueblo. Las obras de Julián Pacheco nunca han pasado desapercibidas, y aunque no hayan tenido el reconocimiento merecido en España, fuera de ella sí han sabido apreciar el talento y la diversidad de Pacheco. Italia fue su segunda casa y lugar de residencia durante muchos años. Allí, pudo desenvolverse como artista, reivindicar y expresar todo aquello con lo que no estaba conforme y no podía dejar pasar. La mayoría de sus obras eran de carácter político y por esta razón tuvo que exiliarse durante los últimos años de postguerra.
La sala era completamente blanca y se respiraba un cálido olor a limpio. Una mesa de oficina situada en el lado izquierdo estaba repleta de folletos sobre la exposición. Los cuadros y fotografías estaban colocados perfectamente en su posición, las vitrinas completamente limpias y dentro de ellas, cada foto colocada con rigurosa precisión. Todo estaba preparado para que el público entrara y no tuviera más remedio que disfrutar del espectáculo. Había dos plantas, unas escaleras al final de un largo pasillo hacían que te adentrarás, literalmente, en el mundo de Julián Pacheco. Únicamente podías ver una infinidad de colores, formas a cada cuál más rara y fotografías en blanco y negro. Desde lejos todo parecía una gran incongruencia, pues las obras eran abstractas y tan intimas como un diario, pero a medida que te acercabas, poco a poco podías apreciar la delicadeza de cada pincelada y como en el interior del cuadro dejaba su propio sello. Siempre reivindicativo claro. Se podía sentir el esfuerzo y pasión con la que Pacheco trabajó sobre sus lienzos. En la exposición, había obras repartidas por toda la sala, distinta época, distintos colores, distintos lienzos y distintos enfoques. Cada una tenía algo especial que la hacía realmente única. Cada tema escogido para su creación lo expresaba sin tapujos y sin importarle la repercusión que pudiera causar.

Sus obras, recogidas de distintas galerías, habían sido repartidas por países como Italia o Alemania. Todas ellas, habían sido transportadas hasta Cuenca para su inauguración el jueves 26 de septiembre donde su mujer y amigos daban paso a lo que fue toda una vida. Allí, en aquella sala, repleta de fotógrafos, aficionados, familiares y todo tipo de cargos importantes, arrancaba lo que para muchos estaba siendo el acontecimiento del año. No todos los días volvía al sector cultural de Cuenca una figura como la de Pacheco. Aquella vida reflejada en fotografías, cuadros y muros no dejaba indiferente nadie, pues era completamente imposible no pararte en cada obra y observarla con detenimiento. Julián Pacheco falleció en el año 2000 dejando una gran colección, como ya se ha mencionado, repartida por diferentes lugares, aunque la mayoría de sus obras son parte de una colección privada de la familia.
Pasó por diferentes etapas dependiendo del momento en el que se encontrara y eso estaba reflejado notablemente en cada una de sus obras. Después del exilio, su forma de utilizar los distintos materiales cambió. Uno de sus mejores amigos, Perico Simón, también se encontraba presente en este día tan emotivo y no dudó en afirmar que: “Después de su periodo de exilio en Italia, empezó a utilizar como lienzo muros mucho más líricos donde no aparecen pintadas. Utilizaba el lienzo como muro, eran muros muy elaborados, fue probando hasta que finalmente le funcionó unas masas que hacía con cenizas y cola. Sobre todo, antes de fallecer entra en un mundo plástico muy colorista y es ya en ese último año tan vitalista donde se siente muy apegado a los llamados tartufos”.
Su mujer, Celia Pardo, no podía evitar emocionarse al mirar aquellos cuadros y pensar en las horas y horas que su marido había dedicado a recrear tan maravillosos recuerdos. Justo a las ocho y media en punto comenzó la presentación, su voz era fuerte y contundente cuando comenzó a articular las primeras palabras, ocupó cada rincón de la sala cuando la gente permaneció en silencio. Era una premisa de que esto, estaba a punto de empezar. Habló sobre él unos cuantos minutos y de la forma más sincera en la que una persona puede enorgullecerse, sus labios dibujaron una tímida sonrisa. Miró hacia el suelo y pasados unos segundos, con el mismo tono de voz con el que había comenzado solo dijo: “Gracias a todos por haber venido a esta inauguración tan especial. Él estaría muy orgulloso por lo que está ocurriendo hoy aquí y, sobre todo, en una ciudad tan especial como la de Cuenca. Espero que disfruten de la exposición y una vez más, muchísimas gracias.
Texto de María Vecina y fotografías de Alex Basha
La exposición “Julián Pacheco: diálogos” en la Sala ACUA (Aula Cultural Universidad Abierta) puede visitarse hasta el día 4 de noviembre de 2018. Horario: de miércoles a viernes, de 16:30 a 19:30h; de sábados a domingos, de 10:30 a 14:00h y de 16:30 a 19:30h. Comisarios de Exposición: Perico Simón y José Ángel García. Una exposición organizada por la Real Academia Conquense de Artes y Letras y el Centro de Iniciativas Culturales (Vicerrectorado de Cultura, Deporte y Extensión Universitaria, UCLM). Puedes encontrar más información en la página web del CIC. Pulsa AQUÍ.
