“en el inicio este mundo no era nada. El agua del mar fue batida como una espuma y se coaguló como lo hacen los quesos, del cual nacieron gran cantidad de gusanos”

Norte de Italia, finales del siglo XVI. El Santo Oficio acusa de herejía a un molinero, Domenico Scandella, al que todos llaman Menocchio. El procesado sostiene que el mundo se originó en «un caos» del que surgió «una masa, como se hace el queso con la leche, y en él se formaron gusanos, y éstos fueron los ángeles». A lo largo de dos procesos inquisitoriales la peculiar cosmogonía del reo se opone tozudamente a la de aquellos que le interrogan.
A partir del análisis de las creencias de Menocchio finalmente declarado culpable y sentenciado a arder en la hoguera y de los expedientes judiciales del caso, Carlo Ginzburg reconstruye en este clásico contemporáneo un fragmento de la llamada «cultura popular» condenada, en general, al ostracismo que se erige, por su singularidad, en símbolo de su tiempo y en una especie de eslabón perdido de un mundo oscuro, difícilmente asimilable al presente, pero del que de alguna manera somos deudores. (Fuente: Editorial)
El queso y los gusanos arranca con dos frases extraordinariamente valientes y nuevas para el protohistoriador de veintipocos años de la Facultad de Letras de Ciudad Real, cansado de Historia política, militar y demográfica, que yo era entonces: “Antes era válido acusar a quienes historiaban el pasado, de consignar únicamente las gestas de los reyes. Hoy día ya no lo es, pues cada vez se investiga más sobre lo que ellos callaron, expurgaron o simplemente ignoraron”. Las clases subalternas, los marginados y perseguidos, se convertían en protagonistas de una obra polémica, no exenta de críticas que yo me ahorraré, pues se escapan al disfrute de su lectura y son sólo leña con la que avivar polémicas propias del mundo académico. Y lo que quiero es que leáis con pasión la historia de Menocchio que Ginzburg rescató del archivo y del olvido, como lo hice yo entonces (y sigo haciendo cada vez que puedo). (Fuente: Tula y Tula, de Felipe Vidales)
Las dudas de Menocchio sobre la creación, la existencia del paraíso, la salvación de las almas y la validez de los sacramentos llevaron a la Inquisición a acusarle de proposiciones heréticas y malsonantes. Negaba, incluso, la virginidad de María, madre de Jesús, y se negaba a creer que el mundo tuviera su origen en una decisión y acción divina. Sin duda influido por alguna lectura cercana a las teorías heliocéntricas que la Iglesia condenaba y perseguía, defendió ante los inquisidores que en el origen todo era un caos que fue tomando una forma muy poco divina, muy poco cristiana. Exactamente Menocchio dijo creer que “en el inicio este mundo no era nada. El agua del mar fue batida como una espuma y se coaguló como lo hacen los quesos, del cual nacieron gran cantidad de gusanos”. De la podredumbre del mundo, como de un queso, nacieron gusanos que se convirtieron en hombres. Y uno de estos hombres, “el más sabio y poderoso”, fue Dios. Menocchio negaba así la divinidad de Dios, y con ello la idea de que a él se debiera la creación del mundo y del universo. (Fuente: Tula y Tula, de Felipe Vidales)
El queso y los gusanos (Wikipedia)
El queso y los gusanos: el cosmos de un molinero del siglo XVI (título original: Il formaggio e i vermi. Il cosmo di un mugnaio del ‘500) es una obra historiográfica del historiador italiano Carlo Ginzburg, publicada en 1976. Es una de las obras más importantes del movimiento historiográfico conocido como microhistoria y, más en general, de la llamada nueva historia, la más difundida, habiendo sido traducida a una veintena de lenguas. En ella Ginzburg reconstruye la vida de Domenico Scandella, llamado Menocchio, un molinero que nació y vivió, entre el año 1532 y 1601, en las colinas del Friuli, a 25 kilómetros al norte de Pordenone, desde el que se divisan los Alpes del Véneto, de cuya vida se tienen noticias gracias a las actas del proceso inquisitorial al que se tuvo que enfrentar por su poco convencional concepción del mundo, que era interpretada por sus acusadores desde el prisma reduccionista de las opiniones religiosas.
El queso y los gusanos es un libro paradigmático de la corriente conocida como microhistoria por el hecho de reconstruir la biografía de un personaje de las clases populares, que en condiciones normales hubiera estado condenado al anonimato, a no dejar ninguna traza en la historia. Gracias al hecho de que Menocchio se formase unas ideas sobre la religión y el origen del mundo originales, y de que fuese juzgado por ello por la Inquisición, quedando de esta manera documentos escritos, le fue posible a Ginzburg reconstruir su vida, sus opiniones y el mundo en que vivió.
Además el trabajo del queso y los gusanos, es una forma de dar a conocer la historia regional de tal manera que fue un impacto mundial llevándola o convirtiéndose en una historia completamente mundial.
Además de relatar la peripecia de Menocchio, Ginzburg desarrolla en El queso y los gusanos, una hipótesis sobre la cultura popular en la Edad Media a partir del caso del molinero italiano. A partir del pensamiento de Menocchio, quien negaba que Dios hubiese creado el mundo y creía que este se había generado a partir de un caos primigenio, del que habrían surgido Dios y los ángeles, como los gusanos del queso -según la creencia de la generación espontánea-, cree posible Ginzburg rastrear un pensamiento popular vigente durante toda la Edad Media caracterizado por el materialismo, refractario al dogma oficial de la Iglesia católica, que hundiría sus raíces en la época precristiana. En opinión de Ginzburg, las ideas de Menocchio, quien además negaba la divinidad de Cristo, la validez de los sacramentos y afirmaba la equivalencia de las distintas religiones, surgirían del contacto de esa mentalidad campesina con la lectura de los pocos libros a que Menocchio tuvo acceso en su vida. El historiador italiano analiza, a partir del contraste entre los textos que Menocchio confesó haber leído y las opiniones que de ellos había extraído, cómo el molinero interpretó de manera errónea muchos pasajes, o sacó de ellos conclusiones más atrevidas que las que el texto permitía, en lo que ve una prueba de que las ideas provenientes de esa mentalidad popular estaban mediatizando su lectura.
Según Ginzburg, las ideas de Mennochio no pueden explicarse únicamente a partir de posibles influencias como las del luteranismo, el anabaptismo o el islamismo (se cree que Menocchio pudo haber leído una traducción italiana del Corán), sino que deben insertarse en el contexto de una cultura popular que si bien entra en relación con la cultura de las clases dominantes no es un mero reflejo de esta.
Material complementario
Ver artículos académicos sobre este libro:
- El queso y los gusanos: el cosmos, según un molinero del siglo XVI/Carlos Ginzburg
- El queso y los gusanos: un modelo de historia crítica para el análisis de las culturas subalternas
- Lectura comparada de El queso y los gusanos de Carlo Ginzburg y La herencia inmaterial de Giovanni Levi
Raimon – Jo vinc d’un silenci
Jo vinc d’un silenci
antic i molt llarg
de gent que va alçant-se
des del fons dels segles
de gent que anomenen
classes subalternes,
jo vinc d’un silenci
antic i molt llarg.
Jo vinc de les places
i dels carrers plens
de xiquets que juguen
i de vells que esperen,
mentre homes i dones
estan treballant
als petits tallers,
a casa o al camp.
Jo vinc d’un silenci
que no és resignat,
d’on comença l’horta
i acaba el secà,
d’esforç i blasfèmia
perquè tot va mal:
qui perd els orígens
perd identitat.
Jo vinc d’un silenci
antic i molt llarg,
de gent sense místics
ni grans capitans,
que viuen i moren
en l’anonimat,
que en frases solemnes
no han cregut mai.
Jo vinc d’una lluita
que és sorda i constant,
jo vinc d’un silenci
que romprà la gent
que ara vol ser lliure
i estima la vida,
que exigeix les coses
que li han negat.
Jo vinc d’un silenci
antic i molt llarg,
jo vinc d’un silenci
que no és resignat,
jo vinc d’un silenci
que la gent romprà,
jo vinc d’una lluita
que és sorda i constant.
Yo vengo de un silencio
antiguo y muy largo
de gente que alzándose
desde el fondo de los siglos
de gente que llaman
clases subalternas,
yo vengo de un silencio
antiguo y muy largo.
Yo vengo de las plazas
y las calles llenas
de niños que juegan
y de viejos que esperan,
mientras hombres y mujeres
están trabajando
los pequeños talleres,
en casa o en campo.
Yo vengo de un silencio
que no es resignado,
de donde empieza la huerta
y acaba el secano,
de esfuerzo y blasfemia
porque todo va mal:
quien pierde los orígenes
pierde identidad.
Yo vengo de un silencio
antiguo y muy largo,
de gente sin místicos
ni grandes capitanes,
que viven y mueren
en el anonimato,
que en frases solemnes
no han creído nunca.
Yo vengo de una lucha
que es sorda y constante,
yo vengo de un silencio
que romperá la gente
que ahora quiere ser libre
y ama la vida,
que exige las cosas
que le han negado.
Yo vengo de un silencio
antiguo y muy largo,
yo vengo de un silencio
que no es resignado,
yo vengo de un silencio
que la gente romperá,
yo vengo de una lucha
que es sorda y constante.
Fuente: http://es.songcoleta.com/lyrics/jo_vinc_d%27un_silenci_(raimon)