
El sonido de las olas y el amanecer acompañan la voz, acelerada pero concisa del escritor Juan Tomás Ávila Laurel, que nos habla en annobonés. De este idioma prohibido y penado en su niñez es del que se sirve para recorrer en un documental los menos de 30.000 km cuadrados de este pequeño país, Guinea Ecuatorial, que esconde una identidad soterrada por el colonialismo y la dictadura de Teodoro Obiang.
Bajo la dirección de Marc Serena y las animaciones y efectos del Taller Estampa, este documental construido a través de micromecenazgo y comprometido con la historia, recorre los espacios de la casa y la memoria de Juan Tomás Ávila Laurel, que podrían ser los de cualquier ciudadano ecuatoguineano. A través de sus ojos podemos percibir la huelga de hambre, que llevó a cabo en 2011, pero también la biografía de un escritor tremendamente prolífico. Ojos como ventanas de la emoción de alto y fuego que se percibe todo el tiempo en los ecuatoguineanos, poniendo de manifiesto que no es necesario que un país esté en guerra para poder estar oprimido.
Durante el documental, conversaciones con maestros y personalidades de la cultura muestran que el activismo ha sido posible bajo el conocimiento de la cárcel o el exilio como la consecuencia primaria de mostrarse en desacuerdo. Así, nos acompaña la presencia del rapero Negro Bey, que a través de letras como las de Carta al presidente presenta unas reivindicaciones que se piden desde las cárceles con opositores, y desde la población silenciosa que mira hacia los lados al hablar.
Desde el 5 de julio con la fiesta mediática por el natalicio del presidente y “pastor” del país, hasta las motos acuáticas y los más de 12 coches de lujo de Teddy Obiang, el hijo del presidente, se deja en evidencia de nuevo que el problema del país no es la pobreza. La pobreza, al igual que en otros países del continente africano, es más bien un estereotipo que esconde los recursos que no han sido repartidos entre las personas que los necesitan.
Es por eso que Juan Tomás Ávila Laurel se presenta en esta cinta como un nexo de unión entre países, España y Guinea Ecuatorial, que representa también un deseo de volver a relacionarlos de otra manera. Porque Guinea Ecuatorial es una dictadura, pero España tiene un pasado colonial pendiente que ha enterrado en estereotipos literarios y audiovisuales, y un presente por el que tiene que rendir cuentas, le guste, o no.
Así, el proyecto El escritor de un país sin librerías abarca mucho más allá de un compromiso personal del autor con su país en forma de documental. En abril de 2019 nacía la cuenta de Twitter @guineadoc, que lleva desde entonces compartiendo una gran cantidad de información alternativa a los medios oficiales y a las versiones colonialistas, con el compromiso de romper ese muro de silencio que la población española ha tenido desde la niñez con su última colonia. Porque el silencio que comparten, la historia silenciada y la historia no contada, es el que más fuerte pide ser derrotado. Esta película llega en el momento idóneo a nuestras aguas.
Este documental, estrenado ayer por primera vez en digital, ha sido uno de los grandes esperados en la décima edición del Atlántida Film Fest, celebrado desde el 27 de julio en Mallorca y que durará hasta el mismo día del próximo mes, este año en condiciones particulares, dividido entre proyecciones con aforo limitado, y la proyección digital en la plataforma Filmin.