
El pasado 25 de abril la Facultad de Bellas Artes de Cuenca acogió las Jornadas de Poesía Expandida: De Cuenca a Montpellier. David Trashumante, uno de ponente invitados, decidió ofrecer una conferencia de acciones poéticas donde interpretó ‘Gatopardo’, ‘Este poema no’ y ‘Escucha hermano el himno de la hipocresía’. El artista busca con este tipo de poesía “una expansión del hecho conocido como escrito o impreso”; desea que sus poemas «trasgredan el sentido de la lectura».
David Trashumante, heterónimo de David Moreno Hernández, se define como“persona, poeta, performer y agitador cultural de Logroño”. Ha publicado varios libros como ‘Parole, Parole y otras palabras’, ‘A viva muerte’, ‘Tócame o ‘Apenas’. Además, lleva más de diez años recitando y ofreciendo experiencias escénicas reseñables como “No Recital”, “Adverso”, “War in progress” o “Tuttipoeti” y ha participado en varios espectáculos de polipeosía y performance: “I’m a Fucking poet” o “Mixer Poetry”. Trashumante destaca dos conceptos, la performance y la poesía. Para el ponente, la poesía no ha sabido adaptarse a la modernidad al ser un arte «donde no hay representatividad, aunque se construya su mundo”.
Su interpretación muestra un compromiso con su cuerpo, romper con toda representación. No lo llamaría poesía escénica, ya que no interpreta ningún papel, simplemente desea “jugar con las personas, seres humanos construyendo una realidad”. La carga, durabilidad y el sometimiento a situaciones son algunas características que utiliza a la hora de representar. Sus textos poseen una duración y un sentido, son perfoescrituras que trasgreden el sentido de la lectura. David Trashumante desea ofrecer una experiencia que provoque emociones, “construir una realidad, algo más que un trabajo simbólico”.

El principio de la ponencia dejó estupefacto a todos los asistentes. El ponente comenzó a inundar su boca de pinzas, una detrás de otra, y una vez finalizada su acción, empezó a recitar palabras sin sentido «mmmsfgavdvbksvssdfeqmmmmmmmmmauidafhsdkvbsvodf (…) aefhavbczjuqwomskjahadgcadcmm». Nadie entendía nada, ningún ser humano podría entender lo que salía de esa boca. De repente, el autor se deshizo de los objetos que le obstruían sus labios y por fin se comenzaron a entender sus palabras:
“Lo que pido es la palabra, la palabra para decir lo que quiero, y lo que quiero decir es, lo que he venido a decir hoy aquí es, lo que voy a decir es…, arracacho, atropeñaplatos, aguafiestas, analfabeto, antisocial, alcahuete, baboso bastardo, beocio, besugo, bobo, bobalicón, bruto bucéfalo, boludo…. imbécil, lameculos, malparido, mal follado, mamón, mocoso, merluzo, MERLUZO!”
Gritando, susurrando, melancólico o enamorado; el artista recetó una ingente cantidad de adjetivos, insultos en su gran mayoría, cada uno con una tonalidad diferente. Lo que antes no podía entenderse, ahora se escuchaba con claridad, las barreras que bloquean nuestras palabras pueden destruirse. Sin duda, la versión extendida de este poema, cuya duración es de 16 páginas, hubiera sido todo un alarde de léxico por parte del poeta, pero la conferencia debía continuar. El artista pidió que cada vez que los asistentes oyeran la palabra “fotocopia” la repitieron exactamente como él. Entonces comenzó la lectura…
“Los derechos reservados de un libro prohíben la distribución de FOTOCOPIA ni permisos de editor…prohibido la distribución de FOTOCOPIA…FOTOCOPIA!”
Agudos, llanos, a grito pelado, voz baja, balbuceando, cantando… los asistentes la repiten de todas las maneras inimaginables. Es increíble descubrir la cantidad de veces que se repite la palabra fotocopia en este texto sobre los derechos de autor. Los asistentes pudieron descubrir como la reiteración de una palabra puede provocar en el usuario una mayor sensación, en este caso temor; temor a las consecuencias catastróficas que puede desencadenar una simple fotocopia. Sin duda, toda una declaración de intenciones por parte de David.
Su poema “Gato pardo” fue el siguiente protagonista de la charla. Un cubo de piedra en el suelo era lo único que los invitados podían visualizar en la distancia, más exactamente un haiku con 6 versiones. ¿El objetivo? Qué alguien del público consiguiera aprender sus frases, subirse encima y recitarlas. Si el invitado se equivocaba, debía empezar de nuevo desde el principio. El artista definía esta forma de actuar como “juego y diversión”.


“Tira dictador, de la nueva estatua al nuevo gobierno (…) Tira gobierno, de la última estatua al nuevo dictador”
Casi la misma frase, modificando algunas palabras, pero que cambian completamente su significado; así era el hauki que proponía Trashumante. La invitada no fue capaz de terminarlo, y no era de extrañar. Ni siquiera Trashumante había sido capaz de terminarlo en la multitud de ocasiones en las que lo ha intentado : “Nunca me he sentido seguro de lo que he dicho y lo que no he dicho, de ahí el título del poema. Como un gato pardo al cubo, cambia todo para que no cambie, aunque no sea lo mismo un dictador nuevo que una nueva estatua». La conferencia alcanzó su punto álgido con la interpretación de “Este poema no”, un escrito que relataba «todas las cosas que no son el poema». Aunque sin duda se trataba de una poesía particular, los espectadores no esperaban que la mejor parte viniera después de su lectura.
Una vez leído tuvieron que doblarlo por la mitad, partirlo, volverlo a doblar, y otra vez, y otra. Doblar, arrugar, enhebrar… con estos juegos manuales, una especia de papiroflexia, el artista consiguió trasformar el papel en una pistola y comenzar a disparar con ella, con sonidos incluidos. ¿Se tratará de una símil de como las palabras pueden ser también un arma? Trashumante no ofrece explicación, deja sus poemas a la interpretación personal.
La conferencia finalizó con una última intervención del autor, no por ello menos espectacular. Mediante un tubo con dos embudos recitó “a su forma” poesías a cada uno de los asistentes; una conexión particular, de boca a oído, que terminó con una lectura de poesía en voz alta. Los espectadores, unos más entusiastas contra otros perplejos, dieron por finalizada la ponencia ante una multitud de aplausos, sorprendidos por la experiencia que en poco más de una hora acababan de vivir.

Texto de Ricardo Guijarro y fotografías de Ricardo Culebras para #makinguclm