
La actividad de las semanas universitarias en Tragacete no terminan con la última ponencia académica, sino que ahí es cuando comienza la convivencia real entre ponentes, alumnos y alumnas, a los que se suman cada vez más tragaceteños y tragaceteñas.
La velada comienza con la cena en la terraza del hostal Serranía, en el bar de la Gaditana o La Chispa, donde se comparten impresiones de lo hablado en las sesiones académicas de la casa de Don Casildo, mientras se reponen fuerzas disfrutando de las ensaladas de perdiz, las sopas caseras o las tortillas de patata.
Entre las diez y media y las once es el momento de irse reuniendo en la plaza donde ya disueltas las distancias arranca la programación cultural de la noche. En primera fila las niñas y niñas más pequeños que no quieren perderse detalle de lo que ocurre, los mayores van ocupando las terrazas, mientras que los más jóvenes andan todavía en grupos de edad por las esquinas de la plaza, decidiendo si la actividad les interesa o si han venido las cuadrillas de los pueblos de alrededor.
Es aún lunes y anda todo el mundo con las energías intactas, primer día de la Semana Universitaria del Monte y el Desarrollo Rural organizado por el Urban Forest Innovation Lab (UFIL) y la Fundación Los Maestros. Esta segundo lunes de actividad en Tragacete repiten ‘Ni chicha ni limoná’, “por algo será” se oye entre el público que ya llena las tres terrazas de la plaza.

Las cuadrillas ‘arrejuntás’ de Lara Iranzo y Javi Collado andan haciendo las delicias de las noches conquenses y ya se escucha la propuesta de hacerles contrato fijo como músicos residentes de las semanas universitarias. Repertorio fresquito y con gusto, “bien tocado y bien cantado” como dicen los asistentes de oído más fino, mientras los seis músicos van recorriendo musicalmente clásicos de la música latinoamericana.

Pasan las doce de la noche, y como suele ser habitual con ‘Ni chicha ni limoná’ al finalizar el concierto ya hay más gente bailando que mirando. Un par de bises y cuando parece que la fiesta se ha terminado, los más jóvenes se arrancan con un altavoz y un micrófono a hacer un improvisado karaoke donde se van mezclando cuadrillas de ponentes, estudiantes, jóvenes y adolescentes del pueblo.
Dos de la mañana, hora de desconectar y dejar a los vecinos descansar, que aún andamos sólo a lunes. Para la despedida, la traca final. Desenchufado y desmontado todo el equipo, una parte del grupo aún se ha quedado disfrutando del karaoke popular en la plaza y deciden participar para cerrar la velada. Javi, Chut y Dani que se improvisan un par de temas sin micros ni altavoces sentados en una acera de la plaza. El público resistente se arremolina alrededor e incluso una de las ponentes de la tarde se arranca con el cajón de Chut para hacer los acompañamientos, mientras los últimos niños que resisten piden a los músicos hacerse fotos con los instrumentos. Mañana más y más amigos.
