Así como en Akira Tetsuo alucinaba entre tubos, ensayos y radiación nuclear en Neo Tokyo, Dae su, en Oldboy, alucinaba con hormigas recorriéndole todo el cuerpo. Es extraño y curioso cómo las personas en total soledad son las que más alucinan con hormigas, que son miles y siempre van en grupo, dice su hija, o su amante; Dae su acaba de alcanzar la libertad y está empezando su búsqueda de venganza.
Ambos personajes aparecen en la pantalla como simples experimentos, adaptándose o resistiendo a su contexto, hipnotizados o nadando terroríficamente entre medicamentos y una realidad terrible que se funde con solo tocarla.
Ambos intentan reconstruir una identidad en un mundo real pero cada vez más lejos de sí mismos. Y ambos de alguna forma fuertemente condicionados por sus circunstancias de manera brutal y grotesca.
Y aunque sean personajes distintos o sus finales culminen de diferente manera, han sido títeres a través de sus propias cabezas. Y eso es lo único que importa.