
Las políticas que se han desarrollado en materia de Economía Circular en España son fruto del contexto internacional y europeo, donde se ha trabajado en la materia para combatir las crisis que atravesamos. Las Naciones Unidas en 2015 adoptaron, por 193 países miembros, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar la paz y prosperidad para todas las personas en el marco de la Agenda 2030. También la Declaración ministerial sobre medio ambiente “Hacia un planeta sin contaminación”, en 2017 en Nairobi.
Cada vez son más numerosas las iniciativas que “abogan por un nuevo modelo económico basado en el pensamiento de sistemas, una conjunción favorable sin precedentes de actores tecnológicos y sociales puede hacer posible ahora la transición a una economía circular”, Según la Fundación Ellen MacArthur “Hacia una economía circular: motivos económicos para una transición acelerada”. El concepto de EC empieza a estar presente en la escala europea desde que la Comisión publica la Comunicación “Roadmap to a Resource Efficient Europe” en 2011.
La Comisión Europea en su Comunicación al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones en diciembre de 2015, titulada “Cerrar el círculo: un plan de acción de la UE para la economía circular”. Justifica un ambicioso paquete de medidas para ayudar en la transición a una economía más circular, al considerar que una transición de este tipo brinda la oportunidad de transformar nuestra economía y de generar nuevas ventajas competitivas y sostenibles. Este es uno de los hitos que marca las posteriores políticas europeas.
El Plan de Acción incluyó un anexo con 54 medidas, entre las más importantes se encontraba la revisión para incrementar la preparación para la reutilización y el reciclado y reducir el depósito de residuos en vertederos, la revisión y elaboración de nuevas normativas sobre fertilizantes, sobre recepción de residuos en los puertos y sobre reutilización de aguas, según la Estrategia Española de Economía Circular.
En lo que respecta a la biomasa y los bioproductos, la Estrategia Europea de Bioeconomía, vigente desde 2012, contribuye a la economía circular, pues ha permitido cuantificar la infrautilización que afecta a las materias primas de origen biológico y a los recursos hídricos, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Se revisó en 2017 para maximizar su contribución a las nuevas prioridades europeas, como la Estrategia de Política Industrial. El 29 de noviembre de 2019, el Consejo adoptó sus conclusiones sobre la Estrategia de Bioeconomía actualizada titulada “Una bioeconomía sostenible para Europa: reforzar la conexión entre la economía, la sociedad y el medio ambiente”.
Así, en lo que respecta a lo regional, como el Consejo Europeo reconoce, promover el empleo, el crecimiento, la inclusión social y el desarrollo local en las zonas rurales, incluyendo la bioeconomía y la silvicultura sostenible pueden contribuir de forma significativa a crear valor económico y prosperidad y teniendo en cuenta el hecho de que la agricultura y la silvicultura figuran entre los principales proveedores de biomasa terrestre. El Consejo señala la importancia de la bioeconomía y debería ser uno de los principales componentes de la aplicación del Pacto Verde Europeo.