
Alina de Ucrania. Crédito: https://www.facebook.com/MihaelaNorocPhoto/
Hace tiempo vivía un pintor que tenía el don de ver y reflejar la belleza. Sus capacidades sorprendían a la gente. Los que vivían cerca y miraban lo mismo no notaban nada excepcional hasta que el pintor les mostraba sus cuadros.
El pintor era gran maestro de la belleza. Él, contemplando todo con la mirada de su alma y capturaba los hermosos momentos de la existencia en sus lienzos. Luego sucedía un milagro: la belleza que nadie advertía en un inicio se revelaba ante cada persona que miraba el cuadro.
Una vez, el maestro decidió pintar a una señorita poco atractiva. Nadie la consideraba bonita lo cual ella misma creía andando con la mirada hacia abajo. “Es tan fea y delgada, ¿cómo decidiste pintarla?” – le decían al pintor.
Pero el maestro no escuchaba a la gente, solo seguía trabajando. Luego la fineza, la gracia, los rasgos sutiles de la cara y la profundidad de los ojos tímidos formaron una imagen perfecta en el lienzo.
La señorita miraba a su retrato apenas respirando. “¡No puede ser que fuera yo, tan bello es el cuadro!”
“¡Soy solo un espejo! – contestaba el pintor sonriendo. – Reflejé la belleza de tu alma. ¡Vive sin ocultarla al mundo! Tu alma es tan bonita como el alba. ¡Con la ternura de tu amor alumbra todo alrededor!”
Decidió pintar el retrato de una mujer vieja. La gente se sorprendía, ¿qué pudo encontrar el pintor en aquella anciana?
Pero para el maestro mostrar cada arruga en las manos de la mujer era como escribir un libro. En ese libro habían historias de una vida larga y difícil, de bondad, de hijos, cuidados con el alma, de nietos, alimentados con sabiduría…Y resplandecieron los ojos, fluía luz de ellos en dirección a las personas que están cerca y a las que están lejos, como un río, cuya fuente es el corazón.
Mucha gente se detenía ante el cuadro con admiración, percibiendo el amor del alma semejante al suave atardecer y los rasgos de la vida que fue vivida a plenitud. (Fragmento de la leyenda narrada por Yamamuto).
MIHAELA NOROC
En nuestros días existen grandes maestros de la belleza, que ven todo de manera diferente y pueden enseñarnos a ver. Uno de ellos es Mihaela Noroc.
Mihaela viaja por diferentes países del globo y toma fotos a las mujeres que encuentra. Su proyecto se llama “The Atlas of Beauty” (“El Atlas de la Belleza”).
Con sus impresionantes trabajos la fotógrafa rumana demuestra que vivimos en un mundo con diversidad donde la belleza aflora en todas partes.
Los retratos de mujeres de diferentes edades, que pertenecen a diferentes etnias y diferentes culturas tienen algo en común: la expresión de sus sentimientos.
Casi todas las fotografías están acompañadas con breves historias sobre las protagonistas y pensamientos de Mihaela Noroc. Estas notas a menudo aumentan el impacto de las imágenes.

“Encontré a esta valiente madre de tres hijos en el campo de refugiados Indomeni Refugee Camp de Grecia. Ella escapó de su ciudad natal en Irak, que estuvo bajo control de ISIS. Ha recorrido un largo camino a Europa junto con sus hijos, gastando todos sus ahorros en esperanza de encontrar una vida más segura. Ella se siente cautiva, al igual que muchos otros refugiados, entre diferentes juegos de poder. Se puede inculpar varios factores, pero por lo menos nosotros, la gente ordinaria, podríamos tratar mejor a estas personas… De la misma manera como a nosotros nos gustaría ser tratados si estuviéramos en su lugar”, escribe la fotógrafa.
El proyecto permitió a Mihaela Noroc expresarse, mostrar la verdadera belleza de las mujeres, fuera de los estereotipos, recibir cariño de muchas personas, cumplir con su sueño de editar un libro y organizar campañas de ayuda humanitaria.
El libro de Mihaela Noroc se llama “The Atlas of Beauty. Women of the world in 500 portraits”.
Conocer sobre la actividad humanitaria se puede en el sitio web: http://www.vikasproject.org
Los siguientes retratos expresan mucho más que mil palabras.



Para ver más visiten las página http://theatlasofbeauty.com/